China y América Latina:
Mundos de oportunidades para el desarrollo

China y América Latina:Mundos de oportunidades para el desarrollo

*Josseline M. Berroterán

El vínculo entre dos regiones ampliamente distanciadas geográfica y culturalmente se ha profundizado en la última década del siglo XXI, aunque las primeras relaciones datan del siglo XX, con la reforma nacional de China y su apertura al mundo global en los años 70’s.

Algunos historiadores han mencionado que la primera embarcación en pisar tierra americana fue la del navegante Zheng He, 70 años antes que Cristóbal Colón. Sin embargo, los intercambios comerciales entre ambas regiones tienen sus orígenes en la antigua “ruta de la seda”, corredor comercial que data del siglo I a.C, de relevancia comercial y marítima por el intercambio de productos y conexiones que permitió entre la cultura asiática y la europea, y –posteriormente- en la época colonial con América.

Alrededor de 1560, esta red permitió la introducción de productos hispanoamericanos en Asia y viceversa, como la plata de Buenos Aires en Asia y la seda oriental en territorios centroamericanos y suramericanos, convirtiéndose en un corredor del comercio informal entre China y la América colonial. Al respecto, Bonialian (2021) considera que: “En definitiva, la ruta de la seda china fue un pilar de la relación entre China y la América colonial. Su alta rentabilidad, dada la ausencia del control impositivo, explica su desarrollo” (p. 1238). En la actualidad, es tangible el esfuerzo paulatino de estas relaciones en diferentes áreas: diplomática, política y comercial.

El interés que despertó China para América latina se puede ubicar en 1971, año en el que las Naciones Unidas reincorporan a la República Popular de China (RPC) como miembro de este organismo y se le otorga un puesto ante el Consejo de Seguridad; posteriormente, en 1978, tras la visita del presidente Richard Nixon a Beijing, 12 países latinoamericanos establecieron relaciones diplomáticas con China continental (entre 1978-1980).

A partir de este contexto, la RPC ha incrementado de manera significativa su presencia en la región con visitas oficiales de Estado presididas por el mandatario Xi Jinping, realizando cuatro visitas oficiales entre 2013 y 2018, así como visitas de diferentes funcionarios y ministros chinos a países latinoamericanos con el interés de consolidar las relaciones diplomáticas desde una visión geoestratégica.

Los primeros países latinoamericanos en establecer relaciones diplomáticas con el gigante asiático fueron Cuba (1960), Chile (1970) y Perú (1971), con el fin de mejorar las relaciones comerciales y de cooperación en temas sociales y culturales, siendo este último país el que mantiene relaciones desde 1849 con la primera inmigración china hacia la región latinoamericana (actualmente es el país con mayor cantidad de población China). Por su parte, México en el año 1972 estableció relaciones con la RPC, fortaleciendo un lazo histórico que se remonta desde la era colonial en el siglo XVI.

La estrategia de acercamiento de China pasa por el intercambio cultural, como principal motor generador de lazos duraderos; en ese caso, el establecimiento de los Institutos Confucio en América Latina refleja el interés especial de proyectar la cultura china en la región. La creación de estos centros inició en 2004, basándose en la experiencia de Francia, Inglaterra, Alemania y España, con el objetivo de desarrollar la enseñanza del chino y la divulgación de su cultura, ofreciendo intercambios y becas universitarias a docentes y alumnos.

Hasta 2024 estos institutos tienen presencia en 24 países del continente. Este tipo de acciones reflejan el interés de la RPC por estudiar los problemas estructurales de la población y comprender a profundidad los comportamientos y actitudes de las sociedades latinoamericanas.

Fuertes inversiones en la región

En la actualidad, luego de casi un cuarto de siglo, el esfuerzo de la RPC por consolidar y estrechar los vínculos entre ambas regiones es notorio. Se ha convertido en el primer socio comercial para algunos países y en el segundo de mayor importancia para otros (Brasil, Chile y Perú), registrando alrededor de 450 mil millones de dólares en intercambio comercial en 2022 (Banco Mundial, 2022), con un crecimiento del 11%; mientras que, para China, Latinoamérica se ha convertido en el segundo destino principal para la inversión.

Este hecho ha permitido la diversificación comercial y económica de los países latinoamericanos, transformando la matriz de exportación e importación que tradicionalmente dependía o depende en cierta medida de las políticas comerciales de Norteamérica. Por otro lado, se abre la posibilidad de experimentar nuevos espacios de cooperación en materia tecnológica, energética e infraestructura, áreas que se encuentran en auge frente a los cambios y necesidades de la actualidad como el cambio climático, el desarrollo sostenible, migraciones y la innovación tecnológica.

La política exterior de China hacia ALC ha girado en torno a dos dimensiones: la primera, desde el acercamiento entre ciudades y relaciones de intercambio comercial a través de convenios o acuerdos específicos. Una vez establecidos los vínculos entre Estados, una segunda dimensión es la institucionalización de relaciones diplomáticas formales, que pretende promover el acercamiento en temas de producción, importación y exportación a través de la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC), consolidando alianzas estratégicas a largo plazo. En ese caso, se habla de una relación diplomática estable para ampliar las transacciones comerciales. En esa dimensión, la RPC se proyecta convertirse en el principal aliado de la región, superando las alianzas históricas entre América Latina y EE.UU.

La construcción y consolidación de estas relaciones se hace evidente cuando se revisan espacios de concertación regional como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC), en donde se establecieron vínculos para fomentar la cooperación, como el Foro China-CELAC desde el 2014, convirtiéndose en un marco de referencia institucional para la cooperación e inversión, así como el principal mecanismo de diálogo multilateral entre China y la región.

Desde el 2015 ambas partes han elaborado tres programas de cooperación 2015-2019, 2019-2021 y 2022-2024 que ofrecen un amplio espectro temático para el intercambio de experiencias en diferentes ejes temáticos como seguridad, innovación, ciencia, comercio, relaciones internacionales, investigación, leyes, agricultura, entre otros. Este tipo de relaciones se pueden entender desde un patrón de relaciones “Sur-Sur” que rompe con el paradigma tradicionalista del capitalismo global “Norte-Sur”.

La profundización de estas relaciones diplomáticas se ha visibilizado con la propuesta de un mega proyecto que consiste en la creación de la “Franja económica de la ruta de la Seda” anunciada por China en 2013. En la actualidad la RPC cuenta con más de 20 embajadas en la región y 21 países se han adherido a la iniciativa de la “Franja y Ruta de la Seda”, representando un avance significativo en temas diplomáticos y económicos.

Mientras que, desde una dimensión geopolítica, estas relaciones en general, deben ser reflexionadas como un parteaguas en la política exterior estadounidense, irrumpiendo en la “zona de influencia” histórica de este país.

Con el fortalecimiento de las relaciones comerciales entre ambas regiones, China ha logrado avanzar en su objetivo de desplazar a Taiwán y obtener el reconocimiento de los países de ALC, consolidando una amplia base de apoyo diplomático con países estratégicos como Bolivia, Chile, Brasil, Argentina, Ecuador, México y Venezuela. En la actualidad 4 países del continente americano son los únicos que mantienen relaciones con Taiwán: Guatemala, Haití, Belice y Paraguay.

La internacionalización comercial de China

Las reformas económicas impulsadas en China desde 1978, lograron que el gobierno estableciera una política exterior económica enfocada en la internacionalización, bajo un modelo de desarrollo económico orientado al exterior. Actualmente la RPC ha firmado Tratados de Libre Comercio con países como Chile (2005), Perú (2009), Costa Rica (2010), Ecuador (2023) y Nicaragua (2023), lo que se ha convertido en una la línea marítima costera estratégica para el comercio de China.

En el caso de Ecuador, el gigante asiático se ha convertido en el principal socio no petrolero de ese país; actualmente el comercio conjunto entre ambas naciones supera los 10 mil millones de dólares. Las inversiones realizadas por China en la región han estado enfocadas en promover proyectos y megaproyectos relacionados a comunicación, logística, infraestructura, energía y vivienda.

La visita del presidente Lula Da Silva a Beijing en abril de 2023, ha marcado una agenda de fortalecimiento y profundización de los lazos diplomáticos y comerciales históricos con la firma de 15 acuerdos bilaterales que pretenden ampliar la colaboración en áreas como: infraestructura, aeroespacial, comercio, medio ambiente, desarrollo entre otras.

Desde 2009, China se convirtió en el principal socio comercial de Brasil, superando a Estados Unidos. Esta cercanía en las relaciones también debe ser comprendida en el marco de los BRICS, bloque al que ambos países pertenecen, representando una oportunidad de alianza de alto valor, logrando firmar un acuerdo que les permitirá liquidar sus intercambios comerciales en sus respectivas monedas (Real-yuan); mientras que por otro lado, es de relevancia mencionar que la presidencia del Banco del BRICS ha sido asumida por el país brasileño, y desde el cual se piensa impulsar proyectos de inversión y desarrollo desde una lógica asequible a los nuevos retos globales.

Otras inversiones chinas de relevancia en la región han sido el lanzamiento espacial del satélite boliviano Tupac Katari en el 2013 con el objetivo de mejorar la red de conexión a internet en comunidades rurales de ese país; inversiones en proyectos energéticos y de minería en Venezuela, Brasil, Ecuador, Chile y Argentina, así como el desarrollo de campos petrolíferos, financiación de deudas, construcción de líneas ferroviarias, proyectos de transporte y cooperación técnica a través de becas.

Relaciones con Nicaragua

En el caso particular de Nicaragua, el gobierno sandinista ha manifestado la intención de profundizar las relaciones comerciales y se logró la firma del Tratado de Libre Comercio, que entró en vigencia en el año 2024. Este interés se circunscribe en un contexto histórico y geopolítico de Nicaragua con el proyecto canalero, mientras que en términos ideológicos y políticos representa un aliado significativo ante la oportunidad de un nuevo esquema internacional, la multipolaridad.

Con el establecimiento de estas relaciones comerciales, China representa un mercado importante para las exportaciones nicaragüenses que permite su diversificación. Se han establecido acuerdos de carácter educativos y comerciales, en esta etapa se puede destacar el acuerdo de “Cosecha Temprana” y cooperación en infraestructura para la construcción de más de 12 mil viviendas sociales, la firma de un memorándum de entendimiento y cooperación para impulsar proyectos de infraestructura como la reconstrucción de un aeropuerto internacional (Punta Huete), fortalecimiento de la red vial y la generación de energía renovable, siendo los proyectos bilaterales más importantes desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas, con lo que se refleja un avance seguro y estable.

De acuerdo al estudio de Opinión Pública de la firma M&R Consultores, el 84.5% de nicaragüenses manifiesta altas expectativas sobre los beneficios que traerán las relaciones políticas y comerciales con China, y el 88.6% considera que estas relaciones son una oportunidad histórica para el país (SISMO, 2023). Con ello se refleja que el nivel de conocimiento que se tiene sobre ese país y el tipo de información que circula al respecto, ha permitido que las narrativas anti chinas se ubiquen en segundo plano.

Las relaciones chino-latinoamericanas en materia económica representan una oportunidad de diversificación de la economía regional, así como una oportunidad de desarrollo en un mundo que cada día avanza hacia la multipolaridad, en el marco de principios más acertados a los intereses de las partes como soberanía, respeto mutuo, no intervención y convivencia pacífica.

Las expectativas son que para el 2035, las transacciones comerciales entre China y Latinoamérica superen los 700.000 millones de dólares, logrando alcanzar el 25% del comercio total de ALC. Tomando en cuenta el panorama actual de la región, resulta interesante preguntarse, ¿quién será el último país en aceptar unirse a las relaciones con China?

*Lic. En Ciencia Política y Relaciones Internacionales Maestrante en Comunicación y Marketing Político

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