Eladio Maximiliano Martínez Torrez “Pablo”: ESCAPÓ DE LA MUERTE EN EL SAUCE

Eladio Maximiliano Martínez Torrez “Pablo”: ESCAPÓ DE LA MUERTE EN EL SAUCE
  • Al “Danto” le cargaba el maletín en los campos de béisbol.
  • Recibió una escopeta de “Federico” por destacado.
  • Compartió campamento con la chinita Arlen Siu y el “Chiri” Guzmán.
  • Cuando la guardia penetró hasta el campamento, fulminó a uno de un escopetazo.

David Gutiérrez López

En los campos de juegos de béisbol, usando pantalones cortos, solía acompañar a Germán Pomares Ordóñez, quien durante esos años no se había convertido en la leyenda guerrillera conocida como el “Danto”, debido a su fortaleza física y su voluntad de lucha indoblegable en el Frente Sandinista en contra de la dictadura somocista.

Tenía diez años de edad, cuando no solo caminaba junto a Pomares Ordóñez, sino que también le cargaba el maletín donde guardaba los guantes, pelotas e incluso algunas armas por si se presentaba la ocasión de enfrentarse a guardias somocistas, recuerda ahora a los 72 años de edad, Eladio Maximiliano Martínez Torrez, conocido en las filas del FSLN como “Pablo”.

En 1961, recuerda con mucha emoción que estando en el cuadro de juego, en El Viejo, de su natal Chinandega, Pomares conectó un jonrón y que a él le correspondió correr detrás de aquella pelota de cuero que se elevó hacía el cielo generando una desmedida y desbordante algarabía entre jugadores y observadores que presenciaban el juego, mientras disfrutaban de algún raspado o sorbetes artesanales para sofocar el calor de la zona, los que eran anunciados por el característico y agitado sonido de las campanitas.

Su pasión por el béisbol, fue el origen de la relación de amistad con el que sería jefe guerrillero del Frente Norte Carlos Fonseca Amador, “El Danto” y lo condujo a vincularse con el Frente Sandinista. El 23 de junio de 1973, durante la etapa de acumulación de fuerzas en silencio que se propuso el FSLN, después de los reveses guerrilleros de Raití-Bocay, en 1962 y en Pancasán, en 1967, Germán Pomares, planificó una recuperación económica, citando como participante a Eladio Maximiliano.

La acción sandinista se realizó en las oficinas de la agencia distribuidora de gaseosas Pepsi en la ciudad de León. En el asalto guerrillero urbano participaron el propio Germán Pomares, Serafín García Torres, Jonathán Gonzáles, Pablo Arteaga Núñez. El único que faltó en el operativo, fue Eladio Maximiliano, porque llegó tarde al punto de reunión.

Durante la lucha clandestina, en la organización sandinista, llegar tarde o no asistir a la hora fijada para una cita, significaba poner en peligro el éxito del operativo, pero sobre todo la seguridad y la vida de los compañeros participantes. En esa ocasión los resultados fueron exitosos.

Un par de zapatos y el paso a la clandestinidad

En 1975 la Guardia Nacional (G.N), al servicio de la familia Somoza, desplegó una feroz persecución y represión en todo el país, después que el FSLN rompió el silencio con la acción del asalto a la casa de José María “Chema” Castillo, el 27 de diciembre de 1974, cuando celebraban una fastuosa fiesta de despedida de año, dedicada al embajador norteamericano en Managua, Turner B. Shelton.

El poblado de El Viejo, Chinandega, cuna natal del comandante Pomares Ordóñez, no escapó de esa ola represiva del somocismo. Una de las medidas de protección de los combatientes era pasar a la clandestinidad cerrada, desaparecer de la vista y de la vida pública de la gente y operar en las sombras.

“Pablo” recuerda que fue Amílcar Lorente Ruiz, “Chequel”, quien lo citó bajo el puente del río Chiquito, para entregarle un par de zapatos y darle la orden que pasaba a la clandestinidad. A las siete de la noche los pasó llevando en un jeep Land Rover, Alonso Salmerón, quien lo condujo al Sauce, León, donde se inició una escuela de formación político-militar el 28 de junio de ese año 1975.

En la escuela ya se encontraba Arlen Siu “la chinita”, cuyo seudónimo era “Mireya”, Mercedes Reyes, Martha Isabel Cranshaw, “Cristina”, Julia Herrera, “Teresa” (esposa de Germán Pomares) y encargada de la cocina, Arístides Rodríguez, “Arcadio”, Antonio López. “Lorenzo”, Jerónimo Rubí. Lucas Camacho, Ali Guevara Somarriba, “Felipe”, Marcio Jaen, “Trinidad”, Luis Armando Guzmán Luna, “William” (mejor conocido como “Chiri”), Jorge Sinforoso Bravo, “Robertito”, entre otros.

La llegada de “Federico”

El 30 de julio de 1975, recuerda Maximiliano, al campamento guerrillero, establecido en una zona rural de El Sauce, repentinamente se apareció el miembro de la Dirección Nacional del FSLN, comandante Pedro Arauz Palacios, “Federico”, quien en ese momento usaba el seudónimo de “Flavio”. El jefe guerrillero llegó a clausurar el curso de entrenamiento a los muchachos que pasarían a formar parte de las columnas guerrilleras en las montañas del país.

El instructor militar de esa escuela fue el comandante Roberto Calderón Meza y el leonés, Gilberto Rostrán Bervis, proveniente de la familia Bervis, reconocida en la ciudad universitaria por su apoyo, responsabilidad y compromiso en la lucha clandestina contra la dictadura de Somoza. Sus casas fueron refugio y buzones de armas del sandinismo.

Pedro Arauz, en la clausura del curso, expresó y otorgó un especial reconocimiento a “Pablo” por destacarse como el mejor alumno. El premio consistió en la entrega de un arma de cacería, escopeta marca Browning, con una buena dotación de municiones, evoca con gran orgullo Maximiliano.

El primero de agosto entró la guardia y comenzó el combate

Mientras en Managua se celebraba la masiva festividad de la bajada de Santo Domingo, de las Sierras a la iglesia del mismo nombre en la capital, con bailes al son de marimbas y abundantes bebidas alcohólicas, en la zona rural del Sauce, León, un grupo de jóvenes guerrilleros estaban a punto de experimentar su primer combate y algunos de ellos encontrar la muerte, captura y torturas al enfrentarse contra efectivos de la Guardia Nacional (G.N) de Somoza.

Gilberto Rostrán Bervis, en ese momento el responsable del campamento y de la escuela que ya estaba clausurada y preparándose para desmovilizarse, envió a “Pablo” a un ojo de agua distante aproximadamente a un kilómetro del campamento, en búsqueda del vital líquido para abastecer a los guerrilleros.

Como buen jinete, “Pablo” subió a un caballo a pelo (sin montura) y se dirigió al punto a recoger agua. Fue antes de llegar al sitio, que un chavalo de la zona y colaborador le expresó que habían visto a unos hombres vestidos de ropa pintada, de botas y armados. “¡No jodas… esa es la guardia!”, le expresó “Pablo” al cipote que inocentemente no sabía lo que se esperaba.

Arreó con fuerza al equino y emprendió la marcha de retorno rumbo al campamento para poner en aviso y alerta de combate a Rostrán Bervis y al resto del grupo. “Hay déjalos que vengan, aquí los estamos esperando”, le habría dicho Gilberto a “Pablo”, cuando éste agitado y preocupado, le informó de la presencia de unos 25 soldados somocistas que se dirigían hacia el campamento.

Maximiliano buscó su escopeta y las municiones que guardaba dentro de un saco, la cargó y se echó varios cartuchos en las bolsas del pantalón, se dirigió a un punto a esperar y desde allí enfrentar a los soldados somocistas.

Un sombrero negro de felpa (de pelo) que usaba, lo arrojó un poco distante de donde se parapetó para no ser visto. Un soldado somocista al observar el sombrero comenzó a dispararle con su fusil de reglamento Garand, creyendo se trataba de un guerrillero agazapado.

Cuando el soldado G.N hubo terminado de disparar el clip de ocho municiones y se disponía a recargar el fusil, Maximiliano, nervioso y sudoroso bajando todos los santos del cielo y encomendándose a Jesús, se levantó ágilmente y disparó con efectividad su escopeta, la misma que le entregó “Federico”, por buen alumno, dándole muerte al guardia.

De inmediato emprendió la retirada al núcleo del campamento, pero cuando llegó, Rostrán Bervis, había ordenado la desmovilización. Ya no había nadie. La muerte del guardia contuvo un poco al resto, lo que permitió que algunos del grupo pudieran escapar por los montes cercanos.

Rememora que al inicio de los primeros disparos a eso de las 12 del día, la orden de evacuación fue en grupos de tres. El “Chiri”, Luis Armando Guzmán Luna, le entregó cien córdobas a cada uno de los guerrilleros para que lograran escapar a como pudieran del cerco tendido por la G.N. y contar con algunos pesos para movilizarse.

Al “Chiri”, junto a los hermanos Leónidas y Juan Espinoza los capturaron en Santa Rosa del Peñón, (distante a 54 kilómetros de El Sauce). A los tres los trasladaron a El Sauce, para buscar unas armas escondidas en unas cuevas, los dos hermanos Espinoza fueron asesinados en el mismo sitio y al “Chiri” Guzmán, lo condujeron hacia Managua a la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), donde fue sometido a torturas y posteriormente juzgado en el Consejo de Guerra.

Cubriendo la retirada del resto de compañeros cayeron combatiendo en la comunidad El Guayabo, comarca de Ocotal, Arlen Siu, Mario Estrada y Hugo Arévalo. En otro punto de la misma zona cayeron Julia Herrera, Gilberto Rostrán Bervis y Mercedes Reyes.

“Pablo” logró evadir el cerco y llegar a Chinandega el 2 de agosto, mientras una avioneta de la desaparecida Fuerza Aérea Nicaragüense (FAN) sobrevolaba los campos en búsqueda de los guerrilleros que se habían escapado.

Relata que logró salir a la carretera pavimentada y luego se trasladó a El Viejo, donde contactó a Elena Núñez Carrasco, en cuya vivienda se encontraban los militantes sandinistas Juan José Ubeda Herrera, “Rolando” y Amílcar Lorente Ruiz, “Chequel”. “Pablo” se resguardó de la persecución de la guardia y al escuchar las noticias a través de un radio se enteró de la muerte de los compañeros de la escuela de formación de guerrilleros.

Capturas dentro del mar

Los días y semanas pasaron rápido. “Rolando” organizó un entrenamiento en arme y desarme para dos jóvenes que se estaban incorporando a la organización. Para realizar los entrenamientos buscaron un lugar apartado de la playa del balneario de Aposentillo, ubicado a 30 kilómetros de Chinandega.

El día 6 de octubre de 1975, el entrenamiento transcurrió en completa normalidad, guardando las medidas de seguridad y sobre todo en silencio. Una vez finalizados los ejercicios, acordaron darse un chapuzón en las aguas del mar. Ingresaron Juan José Ubeda, Maximiliano Hernández y los dos jóvenes recién entrenados. Como una norma de seguridad dejaron a “Chequel” de posta (vigilante) para que les avisara de cualquier incidencia.

La sorpresa fue grande cuando aparecieron agentes de seguridad y guardias en la playa. El posta se había dormido bajo un cocotero, al suave sonido de las olas. Los guardias conminaron a los bañistas a salir con las manos en alto, de inmediato fueron amarrados, golpeados y trasladados a las cárceles de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), donde pasaron encapuchados y esposados por más de 64 días.

Posteriormente fueron sometidos a un Consejo de Guerra en Managua, donde los fiscales eran oficiales de la G.N. Todos los prisioneros sandinistas recibieron condenas de varios años de cárcel las que deberían cumplir en la penitenciaría La Modelo, ubicada en Tipitapa.

La noticia del asalto la recibió en un pequeño radiotransmisor

El 22 de agosto de 1978, Maximiliano escuchó en un pequeño radito que habían logrado camuflar en la cárcel, la noticia que un comando del FSLN, había tomado por asalto el Palacio Nacional y exigía como prioridad la libertad de los prisioneros políticos sandinistas.

Esa quizás fue la mejor noticia que haya escuchado en su vida, la que de inmediato transmitió a sus compañeros de cautiverio y al responsable de los prisioneros del FSLN, René Núñez Téllez, quien fue capturado el 28 de diciembre de 1974, en un retén, en el momento en que a bordo de un taxi intentaba ingresar a la ciudad de León, en plenas negociaciones cuando el FSLN tomó por asalto la casa de “Chema” Castillo.

Durante la permanencia del comando sandinista en el Palacio Nacional, vendrían luego horas de largas tensiones tanto para los prisioneros como para los custodios, mientras se desarrollaban las negociaciones entre el jefe del comando Rigoberto López Pérez, Edén Pastora Gómez, conocido nacional e internacionalmente como “comandante cero” y el dictador general Anastasio Somoza Debayle.

Somoza tuvo que acceder a las demandas de los sandinistas cuando se enteró que entre los rehenes se encontraba su cuñado Guillermo Sevilla Sacasa, esposo de su hermana Liliam Somoza, quién presionó a su hermano para que negociara y salvara al entonces decano de los embajadores y representante de Nicaragua ante el gobierno de Estados Unidos.

Maximiliano recuerda con notable lucidez que ese 22 de agosto a las dos de la tarde se acercó un G.N, custodio del penal y le dijo: “Nos acaban de tomar el Palacio Nacional. Yo colaboro con ustedes, con el FSLN”. Sin conocer el desenlace de las negociaciones, los prisioneros se dispusieron a organizarse con firmeza y fe en alcanzar la libertad.

En un Hércules a las Tinajitas

El 24 de agosto de 1978 un avión Hércules desde temprano se encontraba en la pista del aeropuerto de Managua, para trasladar a los guerrilleros rumbo a la base militar de las Tinajitas, en Panamá, donde contaron con el apoyo solidario del hombre fuerte de ese país, el general Omar Torrijos Herrera.

En un autobús del desaparecido Colegio Primero de Febrero, a Maximiliano le correspondió sentarse a la par del también liberado comandante Tomás Borge Martínez, cuando viajaban rumbo al aeropuerto, escena plasmada en una histórica fotografía.

Las negociaciones habían concluido victoriosamente para el Frente Sandinista. En tanto Somoza, había sufrido una derrota más por las fuerzas de liberación. El FSLN se encontraba fortalecido en hombres y armas. En septiembre se acrecentó el ascenso revolucionario y se desató una ofensiva insurreccional con ataques a estaciones de policía en las principales ciudades del país.

A la base de las Tinajitas llegó un capitán panameño con un mensaje del general Torrijos. Recuerda “Pablo” que les mandó a decir que aceptaba a todos sin exclusión, siempre y cuando fueran respetuosos de las leyes y soberanía de su país.

Fue el comandante Tomás Borge Martínez, uno de los liberados tras sufrir cárcel desde el 4 de febrero de 1976, quién luego de enviarle saludos a Torrijos le externó: “Dígale al general que los militantes sandinistas somos respetuosos de la soberanía de Panamá”.

Días después un grupo de la Tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP) se marchaban de Panamá rumbo a Cuba, donde recibieron calor solidario, entrenamiento militar y dominio de diferentes armas de guerra.

El retorno en diciembre

Cuando el grupo guerrillero concluyó su fase de preparación en Cuba, retornaron a reiniciar la lucha en Nicaragua en el Frente Sur, Benjamín Zeledón. “Pablo” llegó con un grupo de ocho compañeros entre ellos el empresario y ganadero matagalpino Daniel Núñez, (q.e.p.d) uno de los más fuertes colaboradores durante años de la guerrilla sandinista en la zona de Matagalpa.

En mayo de 1979 participó con un grupo de 64 hombres y una sola mujer en una operación aérea cuya nave despegó del aeropuerto internacional Juan Santamaría, de San José, Costa Rica, cuyo destino era aterrizar en una pista de Siuna, Nicaragua, operativo que falló por una falta de comunicación con la gente que se encontraba en tierra, comandada por René Vivas Lugo, con el plan de ir liberando las poblaciones del Triángulo Minero y avanzar hacia Managua.

Posteriormente fue movilizado hacia Honduras desde donde entró a las zonas de combate en la insurrección final a El Sauce y Estelí.

Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista (RPS), fue llamado por uno de los nueve miembros de la Dirección Nacional Nacional Conjunta del FSLN, Henry Ruiz, para que le asistiera como su jefe de escolta, trabajo que desempeñó desde el 22 de julio de 1979 hasta finales de 1991, resguardándole su seguridad y vida.

“Ese viejo (Henry Ruiz Hernández) me quiere, yo también a él”, dice con aplomo este hombre humilde de larga trayectoria en la lucha sandinista, actualmente de 72 años, afectado por varias enfermedades con las que ahora lucha por sobrevivir como luchó con tenacidad contra la guardia somocista por la liberación nacional.

El personaje

Eladio Maximiliano Martínez Torrez, nació el 18 de febrero de 1951, en el Viejo, Chinandega. Está casado, es padre de 5 hijos: Daniel Maximiliano, Germán Agateyte, Miguel Amarus, Yazmina Araceli e Ingrid Yaosca. Es abuelo de 12 nietos, dos bisnietos y otros que nacerán.

Su primogénito Daniel Maximiliano, casi nació en la cárcel, su mamá María Martha Beltrán Baca, originaria de El Viejo, Chinandega, también se encontraba prisionera, antes del parto la liberaron.

Estudió la primaria hasta quinto grado en la Escuela Pública Remigio Salazar, de El Viejo, Chinandega. Militante de la segunda promoción del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Se retiró del Ministerio del Interior (MINT) con el grado de teniente primero.

Recuerda que, para reparar su modesta vivienda, el único que le ayudó a resolver el techo dañado, fue Dionisio “Nicho” Marenco Gutiérrez, cuando fue alcalde de la capital.

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