TERCERA VIA

Edelberto Matus.

La mayoría de los sandinistas de la base de nuestro partido, el FSLN, nos sentimos confundidos con los inesperados y ahora frecuentes ataques a nuestros líderes, nuestro gobierno, a las políticas de Estado e inclusive, al modelo de desarrollo que desde hace tres lustros venimos implementando con éxito en nuestro país.

Podríamos decir que el prolongado enfrentamiento en todos los campos nos ha acostumbrado al hecho de que los enemigos y adversarios políticos e ideológicos tradicionales de la derecha internacional y local nos ataquen con su acostumbrado fuego ofensivo, desde todos los ángulos y formas posibles, sin escatimar recursos ni escrúpulos.

Pero nos confunde, sorprende e inclusive nos duele que los ataques sean “fuego amigo” como se acostumbra nombrar en la guerra a un ataque artero que llega desde nuestras propias filas o aliados.

El reflujo de la revolución latinoamericana y los procesos de liberación nacional iniciado en 1990 con la imprevisible derrota en las urnas electorales del Frente Sandinista en Nicaragua fue frenado, para alegría de los pueblos del Continente, por el arribo en 1998 del Comandante Hugo Chávez Frías a la Presidencia de Venezuela. Daba inicio otro ciclo virtuoso dominado por las fuerzas progresistas que no tardarían en llevar al poder en varios países de la Patria grande a hombres y mujeres comprometidos con el desarrollo alternativo, la justicia y según algunos de ellos declararon, al Socialismo.

Nombres como Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Tabaré Vázquez, José Mujica, Fernando Lugo, Luis Ignacio da Silva, Michelle Bachelet, Evo Morales, Rafael Correa y otros con menos tintes de izquierda, pero presumiblemente cercanos a las reivindicaciones históricas de minorías étnicas como Ollanta Humala, hicieron posible que los sueños de millones y millones de trabajadores, los sectores empobrecidos y segregados latinoamericanos volvieran a fluir.

El Socialismo del Siglo XX, el liderazgo del Comandante Chávez, la creación de instituciones regionales políticas, integracionistas, de cooperación y solidaridad regional ajenas al dominio de los Estados Unidos, pusieron en marcha una nueva época que auguraba la ansiada verdadera independencia y unidad bolivariana.

Asustados, el Capitalismo global, el Imperialismo yanqui y las oligarquías locales se confabularon para abortar o ralentizar este proceso libertario continental, donde también fueron muy incidentes los gruesos errores cometidos por las propias fuerzas progresistas de estos países hermanos.

De nuevo, una ola potente, reaccionara y muy bien coordinada trajo al neoliberalismo de vuelta a la mayor parte de América Latina. Las élites se entronizaron nuevamente.

Algunos líderes (cómo el propio Comandante Hugo Chávez) sospechosamente enfermaron o murieron, quizá como resultados de planes y acciones secretas de las agencias de inteligencia del Imperialismo, usando tecnologías asesinas de la posmodernidad. Otros simplemente fueron apartados del poder judicializando la política o ejecutando descarados o encubiertos golpes de Estado. Unos pocos, como siempre sucede, simplemente se rindieron ante el sistema, traicionando a sus pueblos y a su propio pasado.

América Latina volvía a ser el patio trasero de los Estados Unidos, es decir retrocedía hasta convertirse –otra vez- en neo- colonia, salvo en sus tres parcelas más dignas y consecuentes: Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Sin embargo, hoy en día se vive en estas tierras un resurgimiento de las luchas ancestrales de nuestros pueblos, esta vez por vías pacíficas, usando los senderos habilitados por la democracia burguesa, haciendo retroceder el fascismo y a un neoliberalismo agotado. Nuevos gobiernos con gran apoyo popular arriban de nuevo al poder. ¡La Izquierda ha regresado!

Pero al parecer no volvieron aquellos líderes potentes que solían enfrentar al Imperialismo yanqui, oponiéndose a la agresión a otros pueblos hermanos, derrochando solidaridad y consolidando un sólo frente de lucha contra los enemigos del progreso social y la autodeterminación de los pueblos.

Estos nuevos (e inclusive, algunos “viejos”) líderes de la izquierda latinoamericana, aunque hablan con las mismas palabras, las mismas frases manualescas de antes, ya no son los mismos de entonces. Ahora se “manejan”, tienen en cuenta la coyuntura, hacen cálculos, evitan disgustar al “gran hermano” anglosajón y al sistema global capitalista del que son parte.

Es la nueva “moda” de una “izquierda” insustancial: No molestar al yanqui y no enturbiar una próxima elección del partido o la coalición. La nueva izquierda descafeinada latinoamericana huye de ser considerada o etiquetada de “socialista” y mucho menos “comunista” por los electores y por los países puntales de la democracia occidental. ¡”Ni quiera Dios”!

Gobernantes y líderes cuyo mayor dilema es si deben de permanecer dentro de la doctrina neoliberal o decantarse por una economía social de mercado o un Estado benefactor, pero que ya no está entre sus opciones la construcción de un país fuera del Capitalismo, ni siquiera consideran el intentar emprender un camino alternativo de factura propia, donde el mayor bien sea el bienestar del pueblo trabajador y la defensa de la Soberanía nacional.

Sueñan con la vieja y “confiable” teoría de la “tercera vía”, aquella que han intentado algunos gobiernos reiterada e infructuosamente ayer, y hoy la vuelven a prometer muchos líderes y partidos políticos, pues en ella es donde supuestamente se conjugan lo mejor del libre mercado y las políticas sociales, es decir un Capitalismo “mejorado” donde hay atisbos de un Socialismo castrado de la lucha de clases. Aunque ya nadie quiera tomarse esa píldora dorada y falsa, pues la historia demuestra que tal camino, más adelante, vuelve a empalmar con el Capitalismo salvaje.

Sin embargo, al final estas son decisiones soberanas de cada país, cada pueblo y sus gobiernos.

Lo que nos molesta es el hecho de que varios de estos personajes y gobiernos estén actuando en contra de otro país soberano y supuestamente amigo como es Nicaragua y nuestro gobierno que no hace más que defender su autodeterminación, sus leyes y la paz del pueblo nicaragüense.

Así vemos como ex-mandatarios tales como Pepe Mujica, Michelle Bachelet y Lula da Silva y altos funcionarios de partidos y gobiernos que se dicen “de izquierda”, al igual que gobernantes como Manuel López Obrador y Alberto Fernández, se suman al coro de detractores y enemigos de nuestro buen gobierno sandinista, apuntan su dedo inquisidor contra el Comandante Daniel Ortega, el mejor dirigente histórico aún con vida de Latinoamérica y el llamado Tercer mundo, al más consecuente luchador contra la barbarie Imperialista y cuyos resultados al frente de la Revolución Popular Sandinista lo colocan como el más grande estadista de Nicaragua.

La sinrazón ha llegado al límite de que los gobiernos de México y Argentina, luego de fracasar en sus intentos de erigirse en “buenos componedores” entre nuestro gobierno y su agresor, el gobierno yanqui (con el propósito de que Nicaragua desista de hacer cumplir su propio ordenamiento jurídico y claudique ante las presiones del imperialismo yanqui, la ultraconservadora Unión Europea y la oligarquía criolla vendepatria) han retirado sus embajadores, congelando las relaciones internacionales entre ellos y nuestro país.

Y como si esto fuera poco, ahora critican la soberana decisión de nuestro partido, el FSLN, de postular como candidato a la presidencia y vice-presidencia al Comandante Daniel y a la compañera Rosario Murillo, siendo esto un asunto estrictamente interno. Sorprende que inclusive un hombre tan admirado por nuestro pueblo como ha sido Lula da Silva y que desde su época de luchador sindical ha recibido siempre el apoyo incondicional del Frente Sandinista, hoy insinúe que en Nicaragua “hay una dictadura”, obviando que ha sido la voluntad popular, expresada en las urnas las que han llevado al poder al Frente Sandinista y a la presidencia, a l Comandante Daniel. Vienen tiempos electorales en Brasil y México y al parecer, “hay que parecer moderados”.

El gobierno peronista en Argentina no ha podido sacudirse el lastre del macrismo y ante los constantes yerros del presidente Fernández, tanto en política como en asuntos económicos, sociales y de salud pública, pareciera que este (sin abandonar sus poses de líder continental de izquierda) empieza a pendular entre sus promesas de campaña y el retorno al neoliberalismo y el alineamiento con los que se supone son sus adversarios ideológicos.

Está bien que López Obrador y otros líderes latinoamericanos hablen de la necesidad de convertir a la CELAC en una instancia de unidad, colaboración e independencia de la Patria Grande y emprender la demolición de la OEA como instrumento de dominación gringa sobre Latinoamérica, pero eso empieza por ser solidarios y respetuosos con los países del área y sobre todo, comprometidos con la lucha contra la injusticia y el intervencionismo yanqui y sus lacayos.

Que tomen la ruta de desarrollo y el modelo político que quieran ellos, que transiten su “tercera vía” y renieguen con sus actos del verdadero Socialismo, pero que nos dejen a nosotros luchar por nuestros propios sueño, que son los sueños del pueblo trabajador de Nicaragua.

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