*** Desmantelando la posverdad imperialista y la guerra de cuarta generación
Edgar Palazio Galo (*)
El siglo XXI se caracteriza por una profunda y terminal crisis hegemónica del sistema capitalista global. Sin embargo, este sistema se niega a perecer y, en una desesperada maniobra de supervivencia, ha desatado una ofensiva multidimensional contra la soberanía de los pueblos y los procesos de autodeterminación nacional.
En consecuencia, la dominación imperial no se ejerce solamente a través de la coerción económica o la amenaza militar clásica, sino que se ha trasladado al ámbito de la conciencia y la percepción colectiva. La infraestructura de los medios de comunicación, particularmente las redes sociales y las plataformas digitales, es hoy el frente de batalla principal en esta confrontación asimétrica, donde el imperialismo estadounidense busca colonizar la mente de nuestros pueblos.
Por lo tanto, en este escenario, la comunicación revolucionaria es un arma fundamental para la defensa y profundización de nuestro proyecto emancipador. De hecho, su propósito es doble y profundamente activo: por un lado, desmantelar la posverdad imperialista y la guerra de cuarta generación a través de una sólida praxis antimperialista, y, por otro, construir -simultáneamente y con audacia ofensiva- una narrativa de verdad y soberanía sandinista.
La posverdad imperialista y sus mecanismos de colonización
La ofensiva imperialista ha perfeccionado sus métodos de penetración cultural e intervención política. Ya no les es suficiente la injerencia dura; por el contrario, se privilegia la manipulación blanda con el propósito de disolver la capacidad de discernimiento del sujeto.
La posverdad se define como aquella circunstancia en que los hechos objetivos tienen menos influencia en la formación de la opinión pública que las apelaciones directas a la emoción y a las creencias personales. Este fenómeno es una herramienta política y psicológica del imperialismo para desmovilizar, cuyos mecanismos operativos incluyen:
– Desinformación masiva y segmentada. Consiste en la producción industrial de fake news. Su estrategia no es tratar de convencer con una mentira única, sino saturar el ecosistema informativo hasta el punto de anular la distinción entre verdad o falsedad, teniendo como objetivo generar fatiga cognitiva.
– Manipulación emocional y odio organizado. Así pues, el discurso imperialista digital se especializa en la apelación directa a los afectos negativos: miedo, indignación y odio. Esta estrategia, conducida por algoritmos de polarización, busca bypassar la razón crítica y generar respuestas reflejas contra el proyecto revolucionario.
– Desarticulación de narrativas específicas atacando la soberanía. El objetivo central es anular la capacidad de articulación histórica y social de la revolución. Esto se consigue mediante la negación sistemática de los logros sociales, el ataque se enfoca en la deslegitimación sistemática de cada nuevo avance y gestión, tratando de impedir la consolidación de la percepción positiva a largo plazo.
En síntesis, el desafío de la posverdad en el contexto de redes sociales es formidable, ya que estas plataformas, regidas por la lógica del compromiso emocional y la atención, priorizan la difusión de contenido sensacionalista, independientemente de su veracidad, convirtiéndose así en el caldo de cultivo ideal para la narrativa imperial.
La guerra de cuarta generación
La guerra de cuarta generación se caracteriza por la implementación de conflictos que se dirigen contra los fundamentos culturales y políticos de un Estado. Su metodología borra intencionalmente la frontera tradicional entre las fuerzas de defensa organizadas y la sociedad en general.
La guerra de cuarta generación utiliza los medios y las redes como su campo de batalla principal; por ejemplo, con la viralización coordinada de un hashtag difamatorio o la creación de ejércitos de bots para simular una oposición inexistente. El objetivo es desmoralizar a la base social y fragmentar la unidad revolucionaria desde el espectro de la percepción y el temor. Adicionalmente, se busca la colonización activa de la cultura popular y de los marcos de referencia intelectuales.
Los grandes medios de comunicación corporativos trasnacionales actúan estableciendo el “sentido común” reaccionario. En consecuencia, la desarticulación de esta metodología de guerra requiere una respuesta igualmente estratégica, que trascienda la mera refutación de la mentira y se enfoque en la formación de la conciencia revolucionaria frente al ataque.
La comunicación sandinista: herramienta de soberanía y combate
Frente al monólogo hegemónico de la posverdad, la comunicación revolucionaria sandinista se erige como el mecanismo indispensable para la defensa de la soberanía política, cultural e informativa de Nicaragua. No es simplemente comunicación sobre la revolución, sino comunicación que es revolucionaria y combatiente en su esencia y praxis política.
La efectividad de la comunicación sandinista reside en su adhesión a los siguientes principios éticos y políticos que la distinguen de la propaganda servil al imperio:
– Veracidad y rigor crítico. La comunicación revolucionaria se basa en la verdad histórica verificable de los hechos y en el análisis riguroso de la realidad, confrontando la ligereza emocional de la posverdad con la solidez granítica de la argumentación revolucionaria.
– Compromiso social. Su razón de ser es la defensa incondicional de los intereses de las mayorías, la promoción de la justicia social y la lucha abierta, frontal y permanente contra todo vestigio de dominación imperialista.
– Horizontalidad y participación activa. La comunicación sandinista se construye desde la base, con el pueblo y para el pueblo, promoviendo la participación activa de las bases y el diálogo de saberes populares.
La acción y construcción de la narrativa propia
Las redes sociales, si bien son el principal campo de acción de la guerra de cuarta generación, deben ser apropiadas y subvertidas como herramientas fundamentales para la comunicación revolucionaria. En este contexto, el desafío principal radica en transformar un medio inherentemente diseñado para la distracción y la polarización en un espacio vital de formación, movilización y articulación política revolucionaria.
Para lograrlo, la comunicación sandinista en redes no solo debe dominar el lenguaje, los formatos y la velocidad intrínseca del medio, sino también dotarlos de un contenido radicalmente distinto: la verdad y la dignidad. De hecho, se trata de posicionar la verdad revolucionaria en el ecosistema de la mentira imperial. Esto implica crear micro-narrativas de resistencia con contenidos breves, impactantes y fundamentados que desarticulen in situ las fake news y la manipulación emocional, utilizando los formatos más populares (memes, reels, lives) con fines netamente pedagógicos.
Además, es imperativo organizar y entrenar a la militancia digital para la defensa activa de la narrativa sandinista, así como para la denuncia coordinada de perfiles bots y la refutación organizada de la desinformación con celeridad y contundencia.
Por otra parte, un elemento clave es la humanización del proceso, que consiste en presentar las historias humanas y los testimonios de los beneficiarios que están detrás del proceso revolucionario. Esta acción busca contraponer los datos estadísticos con el rostro tangible de la victoria del pueblo, el rostro de los beneficiarios y el compromiso incansable de los militantes sandinistas.
Finalmente, la estrategia más crucial de todas es la ofensiva, entendida como la proyección constante de una visión de futuro positiva, basada en los principios irrenunciables de la soberanía, la dignidad, la lucha contra la pobreza y el desarrollo humano. Por ello, esta narrativa debe ser coherente, resiliente y, sobre todo, conectar la historia de lucha pasada con el presente de logros y la victoria popular.
La pedagogía sandinista como método descolonizador
La comunicación revolucionaria solo puede ser efectiva si está imbuida de una metodología formativa profunda que enseñe a los sujetos a decodificar la realidad mediática. Por este motivo, la pedagogía sandinista emerge como la columna vertebral teórica, práctica y antimperialista para el combate ideológico y la acción militante.
La pedagogía sandinista, forjada en la experiencia de la Revolución Popular Sandinista, es intrínsicamente un proyecto descolonizador, liberador y antimperialista, con raíces en la educación popular latinoamericana. Sus principios clave aplicados a la comunicación son:
– Conciencia crítica. Se entiende que la educación no es un simple traspaso de información, sino un proceso de problematización de la realidad y de las relaciones de poder que la configuran. En el ámbito mediático, esto significa enseñar a ver el imperialismo no solo en las sanciones, sino también en los algoritmos de las redes sociales.
– Vínculo teoría-práctica. La pedagogía sandinista promueve la reflexión-acción. Aplicando esto a la comunicación, implica que la militancia no solo analiza la desinformación, sino que inmediatamente actúa de forma organizada para refutarla y construir una alternativa. La comunicación es, por tanto, una praxis política constante.
– Diálogo de saberes. La pedagogía sandinista rescata la validez del saber popular y lo integra en la estrategia comunicacional. De este modo, el militante, el campesino, el obrero, el joven, todos son emisores y receptores activos en la construcción del mensaje revolucionario.
Aplicación práctica, decodificación y alfabetización mediática
La aplicación de la pedagogía sandinista a la comunicación se traduce en contrarrestar la pasividad del consumidor de medios y activar al sujeto revolucionario para que aprenda a hacer las preguntas correctas ante cualquier mensaje hegemónico: ¿quién lo dice?, ¿a quién beneficia esta información?, ¿qué se está omitiendo?, ¿cómo me hace sentir?
Este ejercicio de decodificación crítica transforma al espectador pasivo en un sujeto político activo y pensante, blindándolo contra la manipulación de la posverdad. La pedagogía sandinista debe formar cuadros militantes con capacidad técnica y política para operar eficazmente en las redes, produciendo contenido de alta calidad y organizando la respuesta digital con disciplina. Por lo tanto, es imprescindible que la formación sea constante, metodológica y adaptativa a la vertiginosa evolución tecnológica de la guerra de cuarta generación.
La comunicación como acción revolucionaria antimperialista
Hemos establecido que la lucha por la hegemonía en la era digital es el campo de batalla definitorio de los procesos antimperialistas. La posverdad y la guerra de cuarta generación representan una ofensiva sofisticada que busca desmantelar la voluntad de los pueblos mediante la colonización de su conciencia.
De ahí que la comunicación revolucionaria sandinista, anclada en la veracidad y el compromiso anti hegemónico, es la respuesta estratégica capaz de confrontar eficazmente este desafío. Su papel es dual y profundamente activo: por una parte, la desarticulación activa de las narrativas imperiales en la fase de fake news y, por otra, la construcción resiliente de una narrativa propia de soberanía y justicia social, con un foco esencial en la apropiación táctica y estratégica de las redes sociales.
La pedagogía sandinista no solo proporciona los principios éticos para la comunicación revolucionaria, sino también el método descolonizador para la alfabetización mediática. Al transformar al pueblo en un sujeto capaz de decodificar y problematizar los mensajes de la dominación, se genera una inmunidad cultural y política indoblegable contra los virus de la posverdad.
Conclusión
La victoria en esta guerra inmaterial se conquista con la disciplina del conocimiento, la ética de la verdad sandinista y la acción constante. El desafío es mayúsculo, pero la historia de los procesos revolucionarios demuestra que la voluntad organizada, la conciencia política y la mística pueden doblegar la fuerza bruta y la mentira del imperio.
Es por ello que la militancia y el pueblo sandinista están llamados a asumir la comunicación como una responsabilidad diaria, indeclinable y fundamental de combate defendiendo la verdad de la revolución en cada espacio digital, practicando la decodificación crítica y la refutación inmediata ante cada mensaje hegemónico.
En síntesis, la comunicación revolucionaria sandinista, guiada por la pedagogía popular y la experiencia histórica, es la garantía de la soberanía cognitiva y de la soberanía nacional. Es tiempo de convertir la convicción en contenido, la praxis en plataforma y la verdad en el arma más potente contra la posverdad imperialista.
(*) Profesor Titular UNAN Managua. Departamento de Extensión y Vinculación Social.