Octubre tres veces victorioso

Octubre tres veces victorioso
  • La lucha del pueblo frente al imperialismo yanqui, la tiranía somocista y la contrarrevolución

Filiberto Rodríguez (*)

Nicaragua ha sido, a lo largo de su historia, escenario de profundas luchas por la soberanía, la justicia social y la dignidad de su pueblo. Desde los primeros actos de resistencia frente a la ocupación estadounidense hasta la insurrección popular que culminó con la caída de los aparatos represivos del somocismo, nuestra patria ha demostrado que la fuerza del pueblo puede enfrentar incluso a los poderes más dominantes del planeta.

Octubre Victorioso constituye un hilo conductor de tres grandes acontecimientos en esta historia, donde las gestas heroicas de líderes como el Héroe Nacional y General Benjamín Zeledón Rodríguez, la insurrección revolucionaria de 1977 y la captura de figuras como el mercenario Eugene Hasenfus, evidencian la capacidad de los nicaragüenses para organizarse, resistir y triunfar frente a la opresión.

Estas acciones no fueron únicamente enfrentamientos militares; fueron expresiones políticas y sociales de un pueblo que comprendía la libertad como un derecho colectivo. La participación popular, la solidaridad entre comunidades y el sacrificio de hombres y mujeres revelan la dimensión humana de la revolución, mostrando que la historia de Nicaragua no puede separarse de la experiencia y el sufrimiento de su gente.

Además, estas gestas se desarrollaron en un contexto marcado por la intervención norteamericana, que buscaba mantener sus intereses estratégicos en la región, enfrentando la voluntad de un pueblo decidido a defender su soberanía.

La Gesta de Zeledón (4 de octubre nacimiento, muerte y resurrección)

Foto del General Benjamín Zeledon“Sin libertad no hay vida, sin igualdad no hay luz”. Esta frase resume el pensamiento y el legado de Benjamín Zeledón, uno de los primeros grandes símbolos de la resistencia nicaragüense contra la intervención extranjera.

En 1912, durante la ocupación militar estadounidense, Zeledón se convirtió en el líder indiscutible de quienes defendían la soberanía y dignidad nacional, enfrentándose a fuerzas muy superiores en recursos y armamento con valentía, estrategia y un profundo compromiso de amor patrio.

El contexto de su lucha estuvo marcado por la imposición de gobiernos vende patria y serviles a los intereses de Washington, la ocupación de puertos estratégicos y el control creciente de la economía nacional por capitales extranjeros.

rente a esta realidad, Zeledón encabezó una resistencia decidida no solo en el terreno militar, sino también en el político y moral. Sus tropas lucharon en ciudades y montañas, mientras la población civil, (obreros, campesinos, estudiantes y mujeres), brindaba refugio, alimentos y apoyo logístico, demostrando que la unidad del pueblo podía hacer frente a la opresión.

La gesta culminó trágicamente con su muerte en combate, emboscado y asesinado en la comarca de El Arroyo mientras intentaba replegarse hacia Jinotepe, tras la caída de Masaya. Sin embargo, su sacrificio no fue en vano. La figura de Zeledón trascendió el momento histórico y se transformó en un símbolo permanente de la lucha por la dignidad, la libertad y la justicia.

Su vida y ejemplo trazaron un hilo que conecta con las gestas revolucionarias del siglo XX, especialmente con el Octubre Victorioso, inspirando a nuevas generaciones a resistir dictaduras internas e intervenciones extranjeras.

Benjamín Zeledón nos enseñó que la soberanía se defiende con el alma y que “sin libertad no hay vida, sin igualdad no hay luz”. Su legado sigue vivo en cada acto de dignidad del pueblo nicaragüense.

La Insurrección de Octubre 1977

El 13 de octubre de 1977, el Comandante Daniel Ortega Saavedra hizo un llamado histórico: “Ahora no esperen que el Frente los libere; ustedes son el Frente, ustedes son los combatientes y todos vamos a liberar Nicaragua”. Esta convocatoria marcó el inicio del Octubre Victorioso, el momento en que el pueblo decidió levantarse como un solo puño.

La lucha del pueblo nicaragüense contra la dictadura somocista estuvo marcada por gestas heroicas que demostraron coraje, unidad y determinación. En Ocotal, durante la madrugada del 13 de octubre, la Gesta de San Fabián se convirtió en símbolo de resistencia.

Una columna del Frente Sandinista de Liberación Nacional, liderada por el Comandante Daniel Ortega y el comandante Francisco Rivera “El Zorro”, fue descubierta antes de atacar el cuartel de la guardia somocista, y aun así transformó la sorpresa en victoria moral. Esta acción marcó el paso de la resistencia dispersa hacia un movimiento unido y coordinado, mostrando que el pueblo podía enfrentar y desafiar al régimen.

Simultáneamente, en Río San Juan, la caída de la Fortaleza de San Carlos significó un golpe estratégico de gran valor militar e histórico. Los combatientes demostraron que la fuerza del pueblo organizado podía avanzar hacia la liberación nacional, consolidando la fe en la victoria y la determinación de no rendirse jamás.

Y en Masaya, la toma del cuartel de la Guardia Nacional, liderada por Camilo Ortega, Hilario Sánchez e Israel Lewites, estremeció al régimen somocista. Derribar una de sus principales fortalezas encendió la esperanza de todo el país y confirmó que la victoria popular estaba cada vez más cerca.

Estos hechos compartieron un mismo curso: la lucha dejó de ser aislada y se convirtió en ofensiva nacional. Barrios, comunidades, ciudades y departamentos unieron su fuerza; el pueblo entero se volvió protagonista de su propia historia para su liberación. Octubre Victorioso demostró que cuando un pueblo se organiza y se une, nada puede detener su camino hacia la libertad.

La captura de Eugene Hasenfus (6 de octubre de 1986)

Eugene Hasenfus, mercenario gringo de la CIA, capturado por Cachorros del SMP.
Eugene Hasenfus, mercenario gringo de la CIA, capturado por Cachorros del SMP.

Tras el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979, emergió un grupo armado contrarrevolucionario conocido como la Contra, financiado, entrenado y armado por el gobierno de los Estados Unidos. Su objetivo principal era desmantelar el proyecto revolucionario impulsado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), recurriendo a métodos militares dirigidos y coordinados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Como parte de esta estrategia encubierta, Washington buscaba sabotear la infraestructura nacional, desestabilizar la economía y frenar el desarrollo social promovido por el gobierno sandinista, obligando al Estado nicaragüense a implementar diversas tácticas de defensa y organización militar para resguardar la soberanía nacional.

Uno de los episodios más reveladores de esta injerencia fue la captura del mercenario estadounidense Eugene Hasenfus, el 6 de octubre de 1986. Ese día, un avión militar tipo Hércules C-123K, que transportaba armas y municiones destinadas a los grupos contras desde bases en Honduras y El Salvador, fue derribado por tropas del Ejército Popular Sandinista.

La operación fue ejecutada con eficacia por jóvenes combatientes del Batallón Ligero Cazador “Gaspar García Laviana”, destacando la participación de los flecheros Fernando Canales y Byron Montiel, quienes realizaron el disparo certero con un misil tierra-aire soviético portátil SAM7 que provocó la caída de la aeronave.

Tras asegurar la zona del siniestro, el pelotón encontró con vida a Hasenfus, quien fue inmediatamente arrestado, respetándole su derecho a la vida conforme el Derecho Internacional Humanitario y los Derechos Humanos Universales. Junto a él se incautaron documentos, equipos de comunicación y materiales que confirmaban la implicación directa de la CIA en la logística de la guerra contrarrevolucionaria. El hecho causó un fuerte impacto a nivel internacional, ya que evidenció públicamente el papel de la administración de Ronald Reagan en una guerra encubierta contra un gobierno soberano.

La captura de Hasenfus representó no solo una victoria militar, sino también un golpe político y simbólico a los planes de desestabilización promovidos desde Washington. Este suceso, reveló ante la comunidad internacional el alcance de la intervención estadounidense y la legitimidad de la lucha del pueblo nicaragüense por su autodeterminación.

Los combatientes involucrados en esta acción fueron posteriormente condecorados por su valentía, reafirmando el compromiso del pueblo y de sus fuerzas armadas con la defensa de la soberanía nacional. Este episodio se inscribe en la continuidad histórica de la resistencia nicaragüense: desde la digna lucha de Benjamín Zeledón, la insurrección popular de 1977, hasta la caída del avión espía y de abastecimiento a la Contra en 1986.

Así se reafirma que la defensa de la patria no es una tarea del pasado, sino un legado vivo que cada generación debe asumir con valentía, conciencia y compromiso.

Octubre Victorioso, la expresión viva de la fuerza del pueblo

Octubre Victorioso no es únicamente un conjunto de acciones militares o políticas; es la expresión viva de la fuerza del pueblo nicaragüense frente a la opresión interna y a la intervención extranjera. La historia ha demostrado que la resistencia política, la organización comunitaria, la unidad popular, la solidaridad y el compromiso humano son pilares fundamentales en la construcción de una patria libre y en paz.

El triunfo del pueblo nicaragüense sobre la dictadura somocista y frente a la agresión del imperialismo estadounidense es testimonio de una estrategia profundamente popular, de una participación activa y del protagonismo consciente del pueblo, que dieron vida a la Revolución Popular Sandinista. Estas gestas heroicas no solo marcaron un hito en la historia nacional, sino que se convirtieron en un legado político, ético y moral, forjado con la entrega y el sacrificio de nuestros héroes y mártires.

Sus vidas, ofrecidas con dignidad en nombre de la libertad y la justicia, nos inspiran hoy a mantener viva la memoria histórica y a seguir construyendo un futuro soberano. Ellos nos enseñan que la dignidad, la justicia y la soberanía no son concesiones ni privilegios, sino conquistas colectivas que deben ser defendidas con firmeza, conciencia y compromiso por cada generación.

Octubre Victorioso vive en la voluntad de un pueblo que no se rinde, que lucha y que construye. Vive en la memoria de quienes entregaron todo por la libertad. Y vive, sobre todo, en cada paso que damos hacia una Nicaragua más justa, libre y soberana.

(*) Diputado de la Asamblea Nacional

 

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