
(En honor al pueblo de Sandino, a la memoria de Aldo Díaz Lacayo y al FSLN)
Xavier Díaz-Lacayo Ugarte (*)
La honra con gloria que el pueblo nicaragüense le rinde a Augusto Nicolás Calderón Sandino resalta la importancia de valores, principios y atributos de su personalidad -íntima, militar y política- en la lucha por la justicia social, la identidad y la dignidad en defensa de la soberanía nacional. Su legado trasciende al mundo multipolar por su forma de combatir contra la intervención gringa en Nicaragua, donde demostró que la moral, la lealtad y el amor a la paz, son los recursos de valentía para derrotarlos.
Sus cualidades no derivan de la perfección ni de atributos de superioridad. Su contribución a la humanidad radica en que miró dentro de sí y pudo conversar consigo para establecer parámetros de armonía e inquietudes de decencia humana. De ese hábito de introspectiva cultivó no solo su inteligencia, sino además su sabiduría generosa.
Hijo ilegítimo, construyó su identidad partiendo de los orígenes del universo, de la vida, del hombre en el planeta y del hombre americano que evolucionó de acuerdo a los regalos de la madre tierra y su relación con lo eterno y lo infinito. Escarbó -con el suyo- el motivo de la vida de cada ser humano.
Reflexionando los antecedentes de su entorno, se permitió comparar y empatar su realidad con la de cientos de miles de niños campesinos explotados como trabajadores agrícolas, analfabetos de raíces indígenas, estancados sin oportunidad de desarrollo humano para librar sus formas de pobreza, como la miseria, el oscurantismo de fe y la falta de esperanza.
Al crecer, elevó esta perspectiva a sus semejantes: “(…) Impulsión divina es la que nos anima y protege, desde su principio y así lo será hasta su fin, pidiendo que todos nuestros hermanos principien a conocer en su propia Luz y Verdad, de las leyes que rigen el Universo. Todos vosotros presentís una fuerza superior a sí mismos y a todas las otras fuerzas del Universo (…)”.
Se miró a sí en equilibrio con la naturaleza, respetándola y amándola. En su interpretación por los plazos y el tiempo. Seguramente aprendió que los ciclos de la naturaleza ofrecen vida en abundancia para la humanidad, en sano orden; a diferencia del sistema social que conoció que era escaso, limitado y de inhumana jerarquía. Por eso se hizo rebelde con espíritu crítico.
Las blasfemias y sanciones de siempre
Por practicar la teosofía -sistema religioso, filosófico y místico- Sandino conjugó su honestidad para alcanzar revelación de progreso y justicia. Así, repudió la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto que sostienen que EEUU está destinado a expandir su territorio, llevando democracia y valores a pueblos indígenas y otras naciones por la Autoridad Divina o de Dios.
Habiéndose marchado los colonizadores europeos por la independencia de algunos países, la Doctrina Monroe advierte en 1823: “(…) cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de los EEUU (…)”. Desarrolla el pensamiento “América tiene un Hemisferio para sí misma”, iniciando el neo colonialismo.
El Destino Manifiesto cita en 1844: “(…) ninguna nación tiene el derecho de expulsar a otra, si no es por un designio especial del cielo como el que tuvieron los israelitas. Si los nativos actuaran injustamente, entonces tendrán derecho a librar legalmente una guerra con ellos y a someterlos”.
Así, anexaron en 1845 a Texas, Oregón y California. Invadieron México en 1846 y se apropiaron de Colorado, Arizona, New México, Nevada, Utah y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma. En total 2 millones 100 mil kilómetros cuadrados, el 55 % del territorio mexicano de entonces.
En 1880, con la idea que el Caribe y Centroamérica formaban parte de la “esfera de influencia exclusiva de EEUU”, el presidente Rutherford Hayes enunció un corolario a la Doctrina Monroe: “Para evitar la injerencia de imperialismos extra continentales en América, los Estados Unidos debían ejercer el control exclusivo sobre cualquier canal interoceánico que se construyese”.
Dejaban así las bases de la posterior apropiación del canal de Panamá, cuya construcción había sido abandonada en 1888, y excluían a poderes europeos que pudieran competir por los mercados del Caribe y Centroamérica, aprovechando la cercanía de EEII a la zona.
En 1904, el entonces presidente Theodore Roosevelt enunció el corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe que, de forma desenfadada, proclamaba “(…) el deber y derecho de Estados Unidos de intervenir en los países de nuestra América cuando considerasen que éstos no cumplían sus obligaciones”. Tal concepción ha traído intervenciones estadounidenses en América Latina y el Caribe, invasiones armadas, vigilancia y manipulación de elecciones presidenciales.
Desde 1910, EEUU tenía relaciones con el presidente Adolfo Díaz y Emiliano Chamorro. Creó en 1912 un protectorado de facto en el país con una fuerza militar, para garantizar estabilidad interna en un conflicto político local que desencadenó en el asesinato del nacionalista Benjamín Zeledón y la acción vendepatria del tratado Bryan-Chamorro.
Despertar espiritual hacia la libertad
En ese esquema de presencia norteamericana en Nicaragua con gobiernos vendepatrias, Sandino identificó claramente que, para aprovechar su espíritu interior, requería instrucción adecuada y claridad en las metas por etapas de desarrollo. Con la semilla que se le incrustó en el alma al ver el cadáver de Zeledón mancillado, arrastrado y exhibido con morbo por las calles de Masaya, como lección de pavor para evitar toda rebelión contra los poderosos.
Para nuestro General Sandino, la lucha de liberación nacional comienza en 1912 con la resistencia armada del general liberal Zeledón, quien es, según él, el padre de la lucha antiimperialista en Nicaragua, porque asumió una postura patriótica oponiéndose, armas en manos, a la intervención militar, y sacrificando su vida por defender la soberanía de la nación.
Sandino se disciplinó a la fidelidad, a su inquietud espiritual y encontró un poder superior a sí mismo por su llamado interior. Así lo identificó: “(…) Lo que existió en el Universo, antes de las cosas que se pueden ver o tocar, fue el éter como sustancia única y primera de la naturaleza. Antes existió una gran voluntad, un gran deseo de ser lo que no era, llamado Amor, el principio de todas las cosas: o sea Dios, Padre Creador del Universo. La única hija del Amor, es la Justicia Divina (…)”.
Salió en 1921 de su natal Niquinohomo para regresar a Nicaragua en 1926, a integrarse a la guerra civil en defensa de la Constitución. Le bastaron cinco años para completar su interpretación político-ideológica de la coyuntura regional de lucha nacionalista y revolucionaria, misma que él descubriría como antimperialista.
Mientras, entre 1921-1923, participa en luchas para mejorar condiciones laborales con argumentos políticos- sindicales de reivindicación de la soberanía nacional, frente a las compañías norteamericanas que explotaban recursos en la Costa Caribe Centroamericana.
Luego, entre 1923-1926, en la región del Golfo de México vive la mejor muestra nacionalista de ese país contra transnacionales petroleras, al participar en luchas con argumentos de la Revolución Mexicana en defensa de su soberanía nacional según la Constitución de 1917, que es referente por ser la primera en el mundo que reconoce los derechos sociales y proclama la propiedad del Estado sobre el suelo y el subsuelo.
Día del honor nacional
Nuevamente en su patria en 1926, Sandino vive las contradicciones entre personalidades oligarcas y burguesas acostumbradas a alternar la presidencia y los beneficios del poder en una práctica de “Democracia Criolla”, permitida por el gobierno de EEUU que, desde 1912, mantenía ocupada militarmente a Nicaragua y decidía quién era el presidente de este país.
Entonces se vivía “El Lomazo”, golpe de Estado que sufrió el presidente conservador Carlos José Solórzano por otro conservador Emiliano Chamorro, quien abandonó el poder por presiones de EEUU, pero en vez de ascender a la presidencia al vice liberal Juan Bautista Sacasa por Constitución, ascendió Adolfo Díaz, quien mejor representaba los intereses EEUU.
Así, le deviene el fundamento doctrinario político-ideológico: defender la soberanía nacional, según la Constitución, por la vejación a la decencia y la institucionalidad del Estado; a la libertad, identidad y dignidad de las personas, por los mismos protagonistas políticos y económicos que catorce años antes habían invocado la presencia militar norteamericana.
Los liberales en armas, que fijaron un gobierno disidente en la ciudad de Puerto Cabezas (Bilwi), en la Costa Atlántica nicaragüense, respondieron desconociendo al gobierno de Díaz, y organizando el Ejército Liberal Constitucionalista iniciaron la llamada Guerra Constitucionalista.
Los marines desarman a Juan Bautista Sacasa y tiran sus armas al mar, mismas que Sandino recoge del agua y las dispone a José María Moncada, general en Jefe del Ejército Liberal, alzándose el 26 de octubre de 1926 en las Segovias, liderando a mineros de San Albino.
El ejército liberal vencía a los conservadores cuando Díaz clama a EEUU y Henri Lewis Stimson, representante personal del presidente Calvin Coolidge, llega para pacificar el país. El 23 de abril de 1927, Díaz acepta ser presidente hasta las elecciones de 1928 que controlaría EEUU, con participación de liberales en su gobierno; EEUU tendría derechos policiales.
El 4 de mayo de 1927, bajo un árbol de espino negro, en Tipitapa, Stimson y Moncada, firman el pacto de cese al alzamiento armado contra Adolfo Díaz y establecen el desarme, entregando sus rifles y municiones a cambio de efectivo. Los marines garantizarían cumplimiento del pacto y la creación de un ejército nicaragüense instruido por oficiales estadounidenses: La genocida Guardia Nacional.
Aldo Díaz Lacayo -el historiador de la Patria- menciona: “(…) La motivación de Sandino, profundamente sentida pero racionalmente asumida, pronto se estrella contra el oportunismo -pragmático- de Moncada. Presionado-halagado por Stimson, este jefe decide deponer las armas, a las puertas del triunfo, a cambio de la presidencia, como sucedió en 1928 (…)”.
Sandino ni firmó ni se vendió ni se rindió. Al rechazar el pacto inicia su entrada triunfante a la historia de Nicaragua, América Latina, El Caribe y del mundo. Porque confronta directamente al interventor, cambiando así radicalmente la naturaleza de la guerra: de una guerra civil a una guerra de liberación nacional, marcando el Día del Honor Nacional.
La guerra antimperialista que sorprendió al mundo
Fue El pequeño Ejército Loco, como llamó Gabriela Mistral, a la guerrilla contra un imperio que utiliza la aviación como arma de guerra, por primera vez en la historia militar universal. Agrega Pablo Neruda: “(…) Sandino con sus guerrilleros, como un espectro de la selva, era un árbol que se enroscaba o una tortuga que dormía o un río que se deslizaba. Pero árbol, tortuga, corriente fueron la muerte vengadora, fueron sistemas de la selva, mortales síntomas de araña. (…)”.
Se impuso la causa ideológica, la novedosa estrategia militar de Guerra de Guerrillas donde los marines sucumbían ante espantapájaros y leyendas de camino que les desbarataron la moral, desconcertándolos hasta límites de demencia. Prevalecieron los principios, la verdad en el manejo con la población, la inteligencia y la contrainteligencia en las comunicaciones, tanto para ubicar al enemigo como para publicitar boca-a-boca las derrotas que le infligía.
La gesta de Sandino en La Guerra Antimperialista marcó un hito en la historia de luchas por la liberación nacional de los pueblos, a pesar de la propaganda de desprestigio para minimizarla. A nivel nacional, levantó las expectativas populares a pesar de la brutalidad represiva típica de mercenarios EEUU, que adiestraban al engendro criminal-genocida, la Guardia Nacional. A nivel internacional, atrajo al intelectual socialista francés Henri Barbusse, miembro de la solidaridad europea con la causa de Nicaragua, quien lo llamó “General de Hombres Libres”.
Con cinismo, el 12 de julio de 1927 el comandante yanqui Hatfield, a cargo de Ocotal, envía ultimátum a Sandino: “(…) Parece imposible que permanezca sordo a propuestas razonables y a pesar de sus respuestas insolentes, vengo a darle una oportunidad más para rendirse con honor. Estamos preparados para atacarlo y terminar con sus fuerzas y su persona, si insiste en sostenerse. Si logra escaparse, nunca más podrá volver usted en paz a su patria sino como bandido que ahuyentaría a sus mismos connacionales.
Si entrega sus armas pacíficamente, tendrá la posibilidad de vivir una vida útil y honorable en su patria. Si no, será perseguido dondequiera y repudiado en todas partes, en espera de una muerte infamante: no la del soldado que cae en la batalla, sino la del criminal que merece ser baleado por la espalda por sus propios seguidores (…)”.Sandino contesta al día siguiente: “(…) Recibí su comunicación ayer y estoy entendido de ella. No me rendiré y aquí los espero. Yo quiero patria libre o morir. No les tengo miedo: cuento con el ardor del patriotismo de los que me acompañan. Patria y Libertad (…)”.
Palideciendo de miedo, Hatfield contraatacó con un comunicado: “(…) A todos aquellos que pueda interesarles: Augusto C. Sandino, en un tiempo General de los Ejércitos Liberales, es ahora un individuo fuera de la ley, en rebelión contra el Gobierno de Nicaragua. Por consiguiente, aquellos que anden con él o permanezcan en territorio ocupado por sus fuerzas, lo hacen bajo propia responsabilidad, y ni el Gobierno de Nicaragua, ni el de los Estados Unidos de America serán responsables por los muertos o heridos que resulten de las operaciones militares de la fuerzas nicaragüenses o americanas en el territorio ocupado por Sandino (…)”.
La lección: expulsar a traidores, cobardes y oportunistas
Además de la oprobiosa constancia de la codicia filibustera norteamericana tras las riquezas de Nicaragua, nuestra historia acompaña la desgracia con la diligencia de aquellos que no pueden llamarse connacionales y que son enemigos de cualquier nación donde coloquen sus pisadas, pues carecen y aborrecen cualquier forma de identidad colectiva, así como dogmas e ideologías.
No creen en nada ni en nadie. Ni siquiera en ellos mismos: los vendepatrias, traidores, ladrones y cobardes solo tienen amor al dinero, la raíz de todos los males. Peor aún, los inhabilitados de honestidad, exentos de esquema propio y hacia cualquier forma de lealtad, aparecen los minúsculos corruptos, oportunistas, aduladores y sobrados; con carencia de amor y lo conexo a la perseverancia, la esperanza y la fraternidad.
Sandino nos educa a desconfiar siempre de esos zigzagueantes, a expulsarlos de nuestros entornos de confianza, donde se disfrazan y mimetizan con un increíble mecanismo de supervivencia, para buscar cómplices en la inocencia, la ignorancia y la candidez, para corromperlos.
Después del intercambio de notas entre Hatfield y Sandino, en la madrugada del 16 de julio tuvo lugar el sitio de Ocotal que culminó en la Batalla de Ocotal, la primera operación militar que enfrentó a un incipiente ejército de campesinos, mineros y artesanos, escasamente armados, contra los preparados marines dotados con mejor armamento.
Ese mismo día, pilotos estadounidenses en aviones artillados ametrallan y bombardean la ciudad, causando cientos de muertos y heridos, mayormente civiles. Sandino, aceptando la derrota de la batalla se preparará moralmente para lograr ganar la guerra ideológica, moral, política y militar.
El legado
Sandino afirmaba: “(…) Los grandes dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida, pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la patria y ante la historia que mi espada defenderá el decoro nacional y que será redención para los oprimidos (…)”.
Respecto al antiimperialismo de Sandino, su hermano Sócrates afirmaba: “(…) Mi hermano no odia a los Estados Unidos, pero no los quiere ver entremetidos en las cuestiones que son de Nicaragua solamente. Tampoco cree mi hermano en la llamada Doctrina de Monroe. Augusto cree más bien en la doctrina del eminente argentino Roque Sáenz Peña que dijo: “América para la humanidad.” Él cree con aquel ilustre argentino Alberdi que a raíz de la guerra con el Paraguay se opuso a que se impusieran indemnizaciones, con la frase de: “La victoria no da derechos” (…)”.
Finalmente, cito al mismo Sandino: “(…) Seré intransigente y no depondré mi actitud hasta no arrojar de mi patria y del poder a los invasores y traidores que por tantos años han traficado con la honra de la nación (…); (…) La patria de la raza indohispana comienza desde las riberas del Río Bravo y termina en el confín Sur de la Tierra del Fuego (…); (…) Ustedes están en la obligación de hacer comprender a América Latina que no deben existir fronteras y que estamos en el deber de preocuparnos por la suerte de cada uno de los pueblos, porque todos estamos corriendo la misma suerte ante la política colonizadora y absorbente de los imperialistas yanquis (…)”.
Hoy la gobernabilidad sandinista acciona este sustento ideológico con técnica, ética y humanismo en las políticas públicas orientadas al individuo, su familia y comunidad en nuevos tiempos para la erradicación de la miseria, combate a la pobreza y oportunidades de desarrollo humano.
Queda al compromiso de los connacionales nicaragüenses a que aprovechemos la dimensión cívica expresada en nuestra Constitución Política, como derecho restituido de la Gesta de Sandino y la Revolución Popular Sandinista que nos ha costado cien mil almas de siembra. Con la bendición de dios sobre Nicaragua. Por nuestros héroes y mártires.
(*) Especialista en Políticas Públicas.