
Josseline Yaleska M. Berroterán (*)
La construcción de un proyecto nacional soberano no es un acto aislado, sino un proceso histórico en permanente disputa. En la historia de los pueblos, la juventud ha sido reconocida por las experiencias revolucionarias como la fuerza social con mayor potencial de transformación. En Nicaragua, este papel se expresa con mayor claridad en la defensa de la soberanía nacional y en la construcción de un proyecto político que busca justicia social, igualdad y dignidad.
Los jóvenes no son únicamente “el futuro de la patria”; son, ante todo, el motor presente que impulsa las dinámicas sociales, culturales y políticas del proceso revolucionario sandinista. Lejos de ser un sujeto pasivo, la juventud se configura como vanguardia: motriz de resistencia, defensa de la soberanía, patrimonio nacional y proyección del presente y futuro.
La juventud organiza, produce, evoluciona y se moviliza, contribuyendo a la consolidación de un modelo de desarrollo con justicia social.
En Nicaragua, la juventud desempeñó un papel crucial en la lucha contra la dictadura somocista y posteriormente en la defensa de la Revolución frente a la agresión externa estadounidense durante la década de 1980. Esa experiencia consolidó una identidad colectiva marcada por el compromiso con la justicia social y la soberanía nacional.
Hoy, en el siglo XXI, la juventud nicaragüense mantiene ese legado, pero lo proyecta hacia nuevos espacios: la educación, la innovación tecnológica, el emprendimiento y la participación comunitaria. La defensa de la soberanía no se libra únicamente en el campo militar o diplomático, sino en la capacidad de generar proyectos de desarrollo endógeno que fortalezcan la independencia nacional frente a los dictados de organismos financieros y centros de poder externos.
Desde las luchas históricas de liberación hasta las transformaciones más recientes, la juventud nicaragüense se ha erigido como vanguardia: ha puesto su energía, creatividad y compromiso al servicio de la nación.
Políticas públicas y protagonismo juvenil
En Nicaragua, más del 67% de la población nacional es joven en edad de 0 a 25 años. En ese sentido, la política educativa constituye uno de los pilares más estratégicos para el impulso de este protagonismo. La gratuidad de la educación en todos sus niveles, restituida desde 2007 con el gobierno sandinista, no es solo un derecho garantizado, es un acto de soberanía que rompe con la lógica neoliberal que mercantilizó el acceso al conocimiento.
Más de un millón de estudiantes reciben educación básica gratuita y, a nivel universitario, el 6% constitucional del presupuesto asegura financiamiento estable a la educación superior, se garantiza el ingreso y la permanencia de miles de jóvenes; así como el beneficio a becas universitarias, 25 mil estudiantes reciben beca, sin distingo político, religioso o cultural.
Otro ejemplo es el impulso al emprendimiento juvenil, canalizado y respaldado a través de la Política Nacional de Juventud, la Ley de promoción del desarrollo integral de la juventud, Ley Nº 392, el Plan Nacional de Lucha contra la Pobreza y para el Desarrollo Humano 2022-2026, así como el acompañamiento de diferentes instituciones.
Estas políticas buscan no solo generar empleo, sino consolidar una economía productiva, solidaria y autosostenida, orientada a reducir la dependencia externa. Desde la perspectiva de la teoría de la soberanía popular, retomada por pensadores como Bolívar y Martí, refuerzan el principio de que la autodeterminación de los pueblos se concreta en el bienestar material y cultural de sus ciudadanos.
Asimismo, la expansión tecnológica ha permitido la democratización del acceso a internet y la formación en competencias digitales. Centros tecnológicos, aulas virtuales y programas de robótica educativa fortalecen las capacidades de la juventud, preparándola para participar activamente en la economía del conocimiento, como una estrategia de nación para evitar quedar subordinada a los monopolios tecnológicos internacionales.
Juventud organizada y constructora de identidad
La participación juvenil en movimientos sociales, comunitarios y estudiantiles constituye un espacio de articulación política que fortalece el proyecto nacional. La Juventud Sandinista 19 de Julio, los movimientos culturales, deportivos y ambientales son ejemplos de cómo la juventud organiza no solo resistencia, sino también creación: construyen identidad, cohesión y un sentido de pertenencia colectiva.
Desde una perspectiva gramsciana (se centra en la hegemonía como forma de dominación en la importancia de la lucha cultural para transformar la sociedad), esta construcción cultural es central para sostener la hegemonía revolucionaria frente a la ofensiva ideológica del neoliberalismo global.
La defensa de la soberanía, en este sentido, se expresa en la capacidad de los jóvenes para asumir el papel de guardianes de a memoria histórica, defensores de la identidad nacional y en la importancia de la lucha cultural para transformar la sociedad, protagonistas de las transformaciones sociales. La juventud no solo hereda un proyecto, sino que lo reinventa, lo actualiza y lo hace viable en contextos cambiantes y llenos de desafíos.
Reflexión final
Reconocer a la juventud como vanguardia en la defensa de la soberanía nacional es comprender que la independencia no se conquista una sola vez, sino que se renueva cotidianamente. La juventud nicaragüense ha demostrado que la soberanía se defiende en las aulas, en los espacios de innovación, en la organización comunitaria, en la conciencia ambiental y en la construcción de una economía solidaria.
Hoy, la continuidad histórica del proceso revolucionario depende en gran medida de esa fuerza transformadora que, con creatividad, disciplina y conciencia política, articula presente y futuro. Construir patria es también construir soberanía, y en esa tarea la juventud se reafirma como actor fundamental, portadora de esperanza y garante de un proyecto nacional inclusivo, justo y solidario.
Asumir que la juventud es vanguardia no es solo una declaración simbólica; es reconocer que sobre ella recae la responsabilidad de sostener la continuidad histórica de la Revolución y, al mismo tiempo, innovar con nuevas formas de participación política y social. En su creatividad radica la posibilidad de transformar las estructuras heredadas y de proyectar una patria más inclusiva y solidaria.
Hoy, en la Nicaragua sandinista, los jóvenes demuestran que la soberanía se defiende en el acceso universal a la educación, en el compromiso con la ciencia y la tecnología, y en la creación de proyectos productivos que fortalecen la economía nacional sostenible. Allí donde se construye patria desde la justicia social, la juventud es protagonista y vanguardia.
La juventud es el componente material e histórico principal que constituye y construye el Ser social nicaraguense. Es la garantía de la continuidad histórica de nuestro proceso revolucionario, Excelente artículo.
Gracias por leer estimado maestro. Un fuerte abrazo, saludos!