General del EDSN Miguel Ángel Ortez y Guillén:
El rubio que hacía temblar y mearse a los yanquis

General del EDSN Miguel Ángel Ortez y Guillén:El rubio que hacía temblar y mearse a los yanquis

David Gutiérrez López

De niño lo buscaban las religiosas de la iglesia católica para disfrazarlo de ángel y de niño Dios por sus finas facciones, cabello rubio y grandes ojos azules, para sacarlo en procesiones por las calles de arenas blancas de la ciudad de Ocotal, Nueva Segovia. Años más tarde se convertiría, por su arrojo y valentía, en el general más joven del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional creado, formado y dirigido por el General Augusto C. Sandino.

El pequeño Miguel Ángel Ortez fue creciendo en las propiedades de su padre, principalmente en la hacienda El Recreo, en Mozonte, a cinco kilómetros de Ocotal, donde aprendió el uso de fusiles de caza, convirtiéndose en un diestro tirador y cazador de venados en las otroras y frescas montañas segovianas cubiertas de pinares.

El 4 de noviembre de 1907, nació en Mozonte. Fue el mayor de los hijos del matrimonio formado por José Salvador Ortez Marín y Cleotilde Guillén, quienes descendían de una familia tradicional conservadora. Su tatarabuelo Julián Ortez y su papá fueron candidatos a la dirección suprema del Estado de Nicaragua. Posteriormente la familia se trasladó a vivir a Ocotal.

Se conoce que sus antepasados provenían de europeos habitantes de un pequeño pueblo llamado Orthez, (con h intercalada) ubicado al sur de Francia, fronterizo con España, de donde adquirieron el apellido. Miguel Ángel, de pequeña estatura, fue enviado por su padre a la ciudad de Granada a cursar estudios primarios en el Colegio Don Bosco. Posteriormente, en 1925 lo enviaron a la ciudad de León a estudiar la secundaria en el Instituto Nacional de Occidente (INO), donde interrumpió los estudios en 1926, cuando estalló la guerra civil en mayo de ese año.

El joven Ortez retornó al seno familiar a trabajar en las tareas diarias de la hacienda. Todavía en los primeros meses de 1927, cuando el país se encontraba ocupado militarmente por las tropas norteamericanas, continúo trabajando al lado de su padre sin involucrarse en ninguna actividad política.

Mucho tiempo   antes   de   integrarse al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, (EDSN), el joven Miguel Ángel ejecutaba acciones personales contra las tropas yanquis, usando el seudónimo de “Gregorio Ferrera”, conocido como “capitán Ferrera”, al parecer al mando de un pequeño grupo de trabajadores de su hacienda, utilizando armamento de la familia.

El coronel Santos López, (eslabón entre el EDSN y el Frente Sandinista, en los años 60), rememoró que el General Sandino escuchó hablar del “capitán Ferrera”, a quien invitó a unírsele a su ejército. Desde entonces, Miguel Ángel se convirtió en una leyenda que  atemorizaba  a   los  guardias y a los invasores yanquis por su habilidad y destreza al moverse en las zonas montañosas para emboscar mortalmente a los marines gringos.

En el ataque a Ocotal junto a Rufo Marín Guillén

Se registra su destacada participación en la batalla de Ocotal, el 16 de julio de 1927, la que fue dirigida personalmente por el General Sandino desde el Divisadero, un sitio estratégico desde donde se observa la ciudad.

El combate fue dirigido por el coronel Rufo Marín Guillén, quien era su primo hermano y cayó combatiendo contra las tropas yanquis. En esa fecha se registra el primer bombardeo aéreo de la aviación norteamericana con aviones Fokker, que causaron la muerte de más de 300 ciudadanos ocotalianos indefensos y otra gran cantidad de heridos.

Ocotal se convierte en la primera ciudad de América Latina bombardeada y ametrallada por el ejército de intervención norteamericana con una duración de 45 minutos, los que les valió a los pilotos condecoraciones por sus acciones criminales en contra de la población justificando la persecución a los rebeldes acompañantes del General Sandino.

También se destaca la participación de Miguel Ángel en el combate en El Bramadero, Condega, departamento de Estelí, el 27 de febrero de 1928, cuando -siendo jefe de la columna de guerrilleros- montó una exitosa emboscada contra las tropas de ocupación, a las que les causaron numerosas bajas.

El 28 de junio de 1930 se registra otro exitoso combate que dirigió y participó contra las tropas norteamericanas. También en Achuapa, León, el 31 de diciembre de 1930, como despedida de año, infringió una derrota a los yanquis en ese combate.

El asalto en Palacagüina

La columna guerrillera dirigida por el general Ortez y Guillén se movilizaba entre Nueva Segovia, Madriz y León realizando ataques y emboscadas a los marines, recuperando armas, municiones y pertrechos con los que armaba a sus hombres. Por esas acciones se fue creando la leyenda del valiente jefe sandinista que por su apariencia y rasgos físicos podría confundirse con un yanqui.

El 14 de mayo de 1931, el general Miguel Ángel Ortez y Guillén junto a sus combatientes, ingresó sigilosamente en el poblado de Palacagüina, donde las tropas yanquis se habían establecido en un cuartel con los soldados nicaragüenses.

Una versión indica que estaban a punto de asaltar el refugio de los marines cuando un soldado raso, que ejercía vigilancia, logró ver en la penumbra una sombra que se movilizaba hacia los acuartelados. Disparó su fusil hiriendo en el abdomen al jefe guerrillero de larga cabellera rubia, el general más joven del Ejército de Sandino.

Según el relato, sus compañeros de armas lo cargaron en auxilio trasladándolo a casa de la señora Juana Martínez. Una vez detectado el ataque sorpresa que puso en alerta a la tropa interventora, los guerrilleros se trasladaron con su jefe herido al cerro “El Sua”, conocido también como “Piedra del Sapo” por su formación pétrea similar al batracio.

Otra versión sobre su muerte revelaba que había sido herido en un bombardeo aéreo. No obstante, la primera versión parece ser la más ajustada por las fechas, los nombres y sucesos registrados. Su muerte se registra el 15 de mayo a las 4 de la madrugada con 15 minutos

En su agonía orientó y ordenó a sus oficiales y combatientes; les dijo con aplomo que sabía que moriría y nombró como jefe de su columna a Juan Pablo Umanzor, a quien el general Sandino ascendió al grado de Coronel para sustituir al general Ortez y Guillen. Con el nuevo grado Umanzor se convirtió en jefe de la cuarta columna que operaba en Nueva Segovia y Madriz.

Umanzor, nacido en las Manos, a 24 kilómetros de Ocotal en 1901, rápidamente ascendió a General de Brigada. Fue asesinado junto a Sandino y el general Francisco Estrada el 21 de febrero de 1934, por órdenes de los yanquis y ejecutado por Anastasio Somoza García, el que involucró a 14 oficiales de la Guardia Nacional para conspirar contra Sandino, quien buscaba establecer la paz en Nicaragua.

El general Ortez y Guillén se convirtió en una leyenda y ejemplo de la juventud. Cantores y poetas, entre ellos el gran poeta Manolo Cuadra, externan que los yanquis se meaban y temblaban de miedo con solo escuchar su nombre, aún después de morir a los 23 años de edad.

Miguel Ángel Ortez

No porque en Las Segovias el clima fuera frío tuvo este Miguel Ángel en las venas horchata.

Muy cierto que de niño, supersticioso y pío, sonaba en las Purísimas su pito de hojalata.

Pero ya crecidito, cuando el funesto trío permitió que a la patria hollara gente gata, en nombre de la selva, de la ciudad y del río, protestó Miguel Ángel, la cutacha, la reata!

Murió en Palacagüina peleando mano a mano.

Bajó desde las nubes más de un aeroplano y tuvo en la cruzada homéricos arranques.

Usaba desde niño pantalones de hombre.

Y aun hecho ya polvo, al recordar su nombre, se meaban de pánico los yankes.

(Quilalí, Guerra de Las Segovias, 1932) Manolo Cuadra

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