
Msc. David Gutiérrez López
Desde el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, el 19 de julio de 1979, tras derrocar por la vía armada a la dictadura somocista, el Frente Sandinista inició -en medio de la reconstrucción de un nuevo Estado- un proceso de reconciliación nacional para garantizar paz, tranquilidad, crecimiento económico y estabilidad entre las familias nicaragüenses. A 46 años, después de haber atravesado por una tortuosa senda, este esfuerzo conjunto de acercamiento entre los nicaragüenses que amamos la patria, continúa siendo una prioridad para la anhelada paz.
Visión Sandinista, en esta edición, aborda el tema de la reconciliación con tres personajes públicos, quienes en el pasado fueron acérrimos opositores al Frente Sandinista; no obstante, en la actualidad son diputados ante la Asamblea Nacional de Nicaragua y aliados del FSLN. Ellos son Wilfredo Navarro Moreira, Adolfo Pastrán Arancibia y Moisés Absalón Pastora, que amablemente respondieron a las preguntas de la revista política de Nicaragua.
Wilfredo Navarro: Esfuerzo de trabajar unidos por Nicaragua

Wilfredo Navarro confiesa haber sido en el pasado un acérrimo e intolerante enemigo del Frente Sandinista, desde su posición de militante liberal. Durante la lucha en contra de la dictadura somocista, uno de sus hermanos de sangre y oficial de la Guardia Nacional pereció en un enfrentamiento contra guerrilleros sandinistas en León. Personalmente estuvo encarcelado en la primera etapa de la Revolución y un cuñado ex militar somocista, esposo de una hermana, guardó prisión una década.
Sin embargo, desde hace algunos años es un aliado del FSLN, partido al que enfrentó y hoy dice que es donde le reconocen sus aportes como legislador y lo tratan mucho mejor que en el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), al que perteneció y califica de “cueva de odio, envidia y traiciones”. El proceso de reconciliación es la voluntad de los nicaragüenses de unirnos en torno a objetivos comunes para el beneficio del país, expresa Wilfredo.
“Gracias a Dios y a la visión de Daniel y de Rosario, el país se ha encaminado en la búsqueda de un reencuentro de todas las familias nicaragüenses. A mí me preguntan cómo es que yo, que fui un feroz adversario del FSLN y de Daniel, ahora estoy compartiendo el trabajo político con ellos. La respuesta es sencilla: que el FSLN y Daniel Ortega no son las mismas instituciones y personas de 1979, Daniel ahora es un verdadero dirigente que busca la reconciliación y entiende las diferentes situaciones del país. El FSLN no es el partido excluyente, es un partido que atrae para trabajar por Nicaragua.
Los liberales estamos con el FSLN porque está transformando y desarrollando el país, el FSLN ha unido administrativamente y por carreteras a la Costa Caribe, ha desarrollado el mejor sistema de salud de Centroamérica, mejorado las condiciones socioeconómicas del país, llevando los beneficios de luz, agua y salud gratuito, y nosotros no podemos estar en contra de ese progreso.
Los principales obstáculos para la reconciliación son la cizaña, el odio, principalmente de los traidores de la patria. Este es un esfuerzo conjunto que no ven con buenos ojos que el FSLN haya iniciado ese proceso de reconciliación y los malos hijos de Nicaragua ya no son hijos, son traidores y hemos entendido que si vamos a ver el pasado es ver lo bueno y terminar con el pasado de odio, de violencia, envidia, de rencor y trabajar todos juntos y unidos”, asevera el diputado.
Wilfredo sostiene que cuando se quitaron la máscara los traidores y trataron de romper el proceso de construir una sociedad durante el fallido golpe de Estado del 2018, “en esa medida todos nos afianzamos. El fallido golpe desenmascaró aquellos que decían estar trabajando por Nicaragua, y fortaleció las alianzas y el proceso de reconciliación en defensa de la soberanía nacional. Todo el andamiaje del Estado de una u otra forma está comprometido con el proceso de reconciliación y se encuentra esa apertura que, los que antes fuimos enemigos, no se nos mire de reojo y nos sintamos comprometidos con el esfuerzo del FSLN”.
“Yo me siento mejor tratado con mis compañeros del Frente Sandinista (en la Asamblea Nacional) que como me trataban en el PLC, donde había una cueva de envidia, de traiciones y trataban de serrucharle el piso a uno. Aquí en el FSLN se reconoce tu actuación y te sancionan si te salís de la línea, pero si trabajás por Nicaragua y el país, se te hacen los reconocimientos, concluyó el político liberal aliado del sandinismo.
Adolfo Pastrán: Guerra de agresión imperialista impidió reconciliación

Después de 45 años de dictadura somocista y de dominio de Estados Unidos, dio inicio un proceso complejo y difícil, plasmado en el Estatuto Fundamental de Nicaragua, aprobado el 20 de julio de 1979 y publicado en La Gaceta del 22 de agosto de 1979, en donde se establecía -como función primordial de las nuevas autoridades- restaurar la paz, sentar las bases para la instauración de un sistema de gobierno democrático con profundas raíces populares, y emprender la gran tarea de reconstrucción nacional en lo político, social, económico y de una reconciliación plena entre los nicaragüenses.
Sin embargo, estos esfuerzos se vieron afectados por la guerra de agresión de Estados Unidos a inicios de los 80 al financiar y crear a grupos armados irregulares y bloquear económicamente al país, dividiendo a las familias nicaragüenses.
Después de años de guerra, incluso desde la independencia en 1821, la guerra nacional de 1856, la resistencia contra las intervenciones extranjeras de 1856, 1912, 1927 y la dictadura somocista, la paz era indispensable, aún en medio de la guerra de agresión de los 80; y ahí fue cuando precisamente ese proceso de reconciliación tomó fuerza.
Debe destacarse que el gobierno revolucionario de los años 80 hizo ingentes esfuerzos en la búsqueda de esa paz desde el Grupo de Contadora, para evitar la agresión de Estados Unidos, hasta los Acuerdos de Esquipulas II en 1987, que condujo a la posterior desmovilización de la contrarrevolución.
Fue entonces cuando el Presidente Daniel Ortega creó la Comisión Nacional de Reconciliación, presidida por el Cardenal Miguel Obando y Bravo. Y otro esfuerzo relevante fue el Acuerdo de Sapoá del 23 de marzo de 1988, que propició una amnistía amplia e indultos para diversos delitos, en la búsqueda siempre de la paz y la reconciliación.
La reconciliación nacional fue interrumpida a raíz del cambio de gobierno de 1990, porque en ese período se quisieron eliminar todos los logros y avances de la revolución sandinista, y exterminar al sandinismo como una fuerza política y social real que ha sido determinante en la historia de Nicaragua, asentándose grupos de poder político y económico que otra vez sumieron a Nicaragua en la exclusión y el atraso.
A raíz de 2007, con el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional se retomó la búsqueda de la paz y una auténtica reconciliación que permitiera restituir derechos sociales y económicos a los cuales las familias tienen derecho. Desde entonces, el gobierno sandinista ha impulsado una serie de políticas sociales y restitución de derechos: a una educación en todos los niveles y salud gratuita; a una vivienda digna; sobre todo, enfocados en la reducción de la pobreza para mejorar la vida de las familias, fundamentalmente de sectores más vulnerables. Esta es una justicia social que es reconciliación y paz.
Y otra vez, a partir del 2007, se creó otra Comisión, el Consejo Nacional de Reconciliación y Paz que volvió a presidir el Cardenal Miguel Obando y Bravo. Se crearon además los Gabinetes de la Familia, Comunidad y Vida, y las Comisiones de Reconciliación, Justicia y Paz para facilitar el diálogo a nivel local y comunitario.
Obstáculos y superación
El FSLN se ha caracterizado por integrar en sus filas a antiguos adversarios en la búsqueda de la paz y la reconciliación entre los nicaragüenses, ha tenido la capacidad de desprendimiento pensando en el bienestar de las mayorías. Por ejemplo, se creó la Convergencia Nacional y después la Alianza Unida Nicaragua Triunfa que integró a liberales, conservadores, socialcristianos, cristianos de distintas denominaciones, ex contras que formaron el Partido de la Resistencia, movimientos sociales del Caribe y del Pacífico, en la mayor alianza que jamás haya existido hasta hoy, propiciando una auténtica reconciliación.
Hubo un proceso de entendimiento con la jerarquía de la Iglesia Católica, con las diferentes iglesias y denominaciones cristianas evangélicas e incluso con las cúpulas empresariales agrupadas en el antiguo Cosep y Amcham, dando pasos sin precedentes como la Reforma Constitucional que estableció el tripartismo -una relación de trabajo entre el gobierno, las centrales obreras y el sector privado para trabajar en pro del desarrollo económico y social del país-, y se aprobaron iniciativas de leyes para propiciar la asociación público-privada.
Estos procesos demostraron que entre el 2007 y el 2018 tuvimos una gran paz social y un crecimiento económico sostenido y consistente del 4.5% promedio del PIB anual.
Todos estos esfuerzos, sin embargo, enfrentaron obstáculos. Los primeros ataques a este proceso iniciaron en 2010, cuando en cambio de lograr consenso para la elección de cargos de funcionarios en el Estado, como se venía haciendo entre las fuerzas políticas y la llamada sociedad civil, integrada en su gran mayoría por organismos no gubernamentales financiados por Estados Unidos, intentaron paralizar el funcionamiento del Gobierno y del Estado.
Además, un grupo de políticos radicales, oligarcas, que se sentían desplazados del poder e impedidos de usufructuar al Estado y, por otro lado, el gobierno de Estados Unidos que veía el entendimiento con los empresarios como mal ejemplo para el resto de la región, porque muchas cámaras empresariales extranjeras felicitaban a Nicaragua por esa experiencia exitosa de reconciliación nacional.
En 2017 se celebró en Managua la reunión anual de la Asociación de Cámaras Empresariales de Comercio de América Latina (ACLA), con 300 empresarios e inversionistas de diferentes partes del continente, que felicitaron y elogiaron el nivel de entendimiento entre el gobierno sandinista y el sector privado.
El intento de golpe de Estado impulsado por EMBUSA
En marzo-abril del 2018, el diálogo entre el gobierno y el sector privado tenía a ambas partes sentadas en la mesa discutiendo la aprobación de reformas a la seguridad social y, por otro lado, al gobierno con la OEA para reformas de carácter electoral de largo plazo.
La falta de consenso, la ruptura del diálogo, en gran parte boicoteados por la entonces embajadora de Estados Unidos en Managua, Laura Dogu, que en un evento con empresarios los reprendió y urgió una ruptura en las relaciones con el gobierno sandinista, fue el argumento usado por grupos extremistas para impulsar un golpe de Estado en 2018.
Ese fallido golpe de Estado en 2018, afectó significativamente el proceso de reconciliación. Los más extremistas levantaron tranques, paralizaron casi todo el país, afectaron el comercio regional y golpearon la economía, promoviendo odio, polarización, crímenes y violencia, para desestabilizar el país y apoderarse del gobierno en un intento de romper el orden constitucional sin importarles los asesinatos, la destrucción de infraestructura, los daños a la economía y la pérdida de miles de empleos.
El gobierno promovió un diálogo nacional para atender la situación de la seguridad social, no afectar económicamente al país e impulsar reformas políticas, pero la jerarquía de la Iglesia Católica, que debía ser garante y mediadora, se hizo del lado de los extremistas y de Estados Unidos y se sumó a la intentona golpista.
Lamentablemente, un sector empresarial se hizo del lado de los extremistas y el diálogo y consenso, que sostenían y que le había hecho bien al país, se rompió, valiendo más los intereses de las élites que los de la mayoría del pueblo nicaragüense.
Políticas del gobierno sandinista para fortalecer el proceso
El gobierno sandinista ha respondido con políticas que buscan reafirmar la paz, la seguridad y la unidad nacional desde hace varios años. Ha impulsado, por ejemplo, la Ley de Reconciliación y Paz, que promueve el diálogo y la convivencia. Ha implementado programas sociales como Hambre Cero, el Plan Techo y Usura Cero, que buscan combatir la pobreza y la desigualdad social que dejaron los gobiernos liberales anteriores. También se han creado las comisiones de Reconciliación, Justicia y Paz para fortalecer la paz a nivel de las comunidades.
La promoción de la educación y la salud como un derecho humano también son pilares de estas políticas, y ha reimpulsado el Plan Nacional de Lucha contra la Pobreza y el Desarrollo Humano para acelerar la reducción de la pobreza extrema y la pobreza en general con un Plan de Inversión Pública agresivo que ha permitido crear obras de infraestructura notables en salud, educación, viviendas, carreteras, hospitales, centros de salud, escuelas, recreación, deportes; a la par de paz social, desarrollo social y crecimiento económico, la seguridad nacional y la lucha contra el narcotráfico, convirtiendo al país en el más seguro de la región, como un muro de contención contra el narcotráfico.
Lo anterior es reconocido por los organismos financieros multilaterales FMI, Banco Mundial, BID, BCIE, CEPAL, SECMCA y las calificadoras internacionales de riesgo Moodys; Fitch Rating, Standard & Poors, entre otras.
Este es un logro de todos los nicaragüenses, de las familias, de los miles de pequeños y medianos productores que nunca dejaron de producir y trabajar. Del GRUN, a través de su política de restitución de derechos y programas sociales que están sacando a miles de personas de la pobreza y la creación de muchas oportunidades de desarrollo, fundamentalmente en la educación.
Otro gran contribuyente fue el Cardenal Miguel Obando y Bravo, que jugó un papel crucial como mediador en los 80, luego en los 90 y en los años siguientes hasta su muerte. Otros han sido líderes comunitarios y la propia población que ha buscado la paz y la convivencia en su vida diaria, a sabiendas de que sin paz no hay desarrollo y sin desarrollo no puede haber prosperidad y reconciliación plena.
Y, por supuesto, la visión y determinación de los Copresidentes Daniel Ortega y Rosario Murillo. Los esfuerzos del FSLN y el GRUN por promover la unidad, la estabilidad social y el desarrollo económico, la justicia social y el bien común desde su regreso al poder en 2007, para que cada nicaragüense y su familia pueda alcanzar su desarrollo humano pleno y espiritual con dignidad, son respaldados por miles, entre ellos nosotros, que apoyamos estas acciones.
Todos los nicaragüenses que amamos nuestra patria, que sabemos que es nuestra, que queremos lo mejor para la actual generación y las futuras, debemos aportar un granito de arena para que la reconciliación nacional y paz sean perdurables y que nada y nadie la ponga en riesgo. Esta paz y esta reconciliación es la que da esperanza y la perspectiva de un futuro mejor para todos los nicaragüenses.
Moisés Absalón Pastora: El neoliberalismo dedicó 17 años a perseguir a los sandinistas

Nicaragua desde 1821 hasta el 2007, cuando la segunda etapa de la revolución se impone hacer un gobierno en paz, vivió tristemente bajo la tensa atmósfera de conflictos, contradicciones, reyertas partidarias, intervenciones, invasiones, dinastías y dictaduras que polarizaron de muchas formas el pensamiento político, ideológico y social de los nicaragüenses.
Los enfrentados, por razones de intereses, de oligarquías, del entreguismo de los regala-patria que favorecieron siempre la gula geófaga del colonialismo y el imperialismo, chocaron siempre con la resistencia de una dignidad espartana que jamás se rindió ante la injusticia, el abuso y la postergación que del pueblo siempre quisieron hacerse los poderosos.
Darnos cuenta de esta realidad fue una tarea difícil que requirió primero probar que, en medio de nuestras contradicciones, los nicaragüenses podíamos dar el paso hacia el propósito de la reconciliación, y eso fue a través de proclamar que la administración sandinista, que retomaba el poder en el 2007, pasó a llamarse Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional (GRUN).
Se comenzaron a dar los pasos para dar respuestas a las necesidades de un pueblo devastado por un neoliberalismo que lo único, a lo largo de 17 años, fue perseguir al sandinismo y a los sandinistas sin haber hecho nada más que saquear al erario público y conducir a la pobreza extrema a un pueblo que llegó incluso a perder hasta sus propias esperanzas; tan así de cruda era aquella realidad donde la política y los políticos eran un tema de discusión que alargaban las distancias.
Intentonas de diálogos
A lo largo de las diferentes etapas políticas en nuestro país, existieron intentonas de diálogos formales, pero nunca francos. Eran más escenarios mediáticos y propagandísticos que la búsqueda de soluciones que persiguieran integrar voluntades para sacar adelante al país.
Mientras eso prevaleció desde 1990 a 2007, el FSLN -que rompe los esquemas electorales y retoma el poder sin hacer promesas, proclamando que gobernaría en paz- comienza desde cero una transformación muy lenta, pero que denota una voluntad de cambio profundo que atrae y entusiasma a sectores que antes eran enemigos, no solo desde los partidos, sino que enemigos a muerte que hablaban a través de la boca del fusil, desde guerras abiertamente declaradas.
Así el GRUN, en la medida que se adentraba en la transformación del país, hacía crecer la economía, acercaba a los empresarios y los trabajadores -hasta constitucionalizaba esa relación como parte facilitadora- en esa misma medida encantó a sectores extremadamente distintos, política e ideológicamente, que se sumaban a la realidad de habitar una Nicaragua que vivía bonita y crecía efectivamente en paz.
El fallido golpe de Estado de 2018 fue la pretendida consumación de castigo devastador contra el mal ejemplo de Nicaragua ante los gobiernos satélites de Washington, porque mientras sus ciervos profundizaban el abandono contra sus pueblos, aquí crecíamos en todo. De ahí que los lacayos nacionales se hayan prestado, con el financiamiento de más de 160 millones de dólares, para derrocar a un sandinismo que gobernaba en paz y que apoyado por el pueblo se mantuvo imperturbable en la defensa de sus derechos y de los alcances que sus reivindicaciones lograron, por entonces, como nunca antes en su historia.
El sandinismo en permanente evolución
Obras son amores y no buenas palabras, reza el refrán. El sandinismo no es solo una revolución, sino una permanente evolución y de ahí que, desde su inmensa visión de humanidad, La sabiduría es un factor determinante en la acción política de un buen gobernante y creo indudablemente que, como cabezas de esta revolución evolutiva, tenemos que mencionar en primer lugar a los Copresidentes Daniel Ortega y Rosario Murillo. Ambos son una voluntad incansable e indeclinable de las metas profundamente sociales y reivindicativas que, en beneficio de las grandes mayorías, se han propuesto.
Para hacerlo ha sido determinante, desde el mandato que el pueblo les ha conferido en elecciones libres, como el único mecanismo para acceder al poder y a su alternabilidad, la redacción de una constitución que armoniza nuestra carta magna con la búsqueda del bienestar nacional, fundamentado en el gran tesoro que tenemos en el país: la paz con la que otros aún sueñan.
Estos valores y principios han hecho posible la reconciliación entre los nicaragüenses. Para alcanzar ese sitial tan determinante de convivencia, lo primero que debemos entender es que quienes nos reconciliamos somos los que alguna vez fuimos enemigos y que ese estado de armonía es el resultado de dos manos que se encuentran y se estrechan. Aquellos que, en vez de una mano abierta, te dan un puño cerrado, son los que aquí ni los queremos ni los necesitamos.
