A siete años de la derrota al golpismo
Victoria de la paz

Victoria de la paz

Fredy Franco (*)

El pueblo de Nicaragua fue víctima -hace siete años, como pocas veces en su historia- de uno de los momentos intensamente más tristes y dolorosos por el nivel de odio criminal, manipulación, desprecio humano, confrontación, revanchismo, terrorismo, destrucción y muerte con el intento golpista de abril a julio del 2018, y que fue derrotado por la vocación de paz del pueblo y por la sabia conducción del comandante Daniel Ortega.

Abril es el mes de la paz, es el mes en que el pueblo defiende la paz en Nicaragua, para que nunca más vuelva la violencia y la guerra, ni se tiña con sangre nuestro glorioso pendón bicolor; para que siempre brille la paz en nuestro cielo, como dice el Himno Nacional compuesto hace 107 años, precisamente como respuesta a la intervención y sometimiento militar de los agresores yanquis en nuestro país. Hoy, ese mismo imperialismo nos sigue agrediendo y nos seguimos defendiendo contra el enemigo de la humanidad.

Nicaragua ha recuperado y consolidado la paz en estos últimos siete años. Paz que nos ha permitido seguir progresando como pueblo y como nación, desarrollando la economía y asegurando los derechos fundamentales del pueblo. Hemos avanzado de manera fundamental en conciencia patriótica y en la defensa de la paz como principio y derecho irrenunciable. Hemos construido un andamiaje jurídico e institucional para defender la paz en todas las trincheras. Con la paz no se juega, como dijimos en el 2018 y lo reafirmamos hoy con más aprendizaje, decisión y convicción victoriosa.

1-   El intento golpista pretendió detener el progreso

En 2007 Nicaragua estaba en una profunda crisis, con el 60% de la población en pobreza y sin los derechos fundamentales asegurados. En diez años consecutivos con el buen gobierno sandinista, el compromiso del pueblo y la unidad de la mayoría de los sectores económicos-sociales, el país comenzó a crecer con índice promedio anual del 5% y a progresar, reduciendo a la mitad la pobreza.

El imperialismo pretendía detener ese avance vertiginoso del país, que era un ejemplo para muchos pueblos del mundo. Ejemplo por tener un Estado y un gobierno comprometido con el desarrollo humano, con un esquema de unidad, diálogo y consenso con la mayoría de los sectores del país, que generaba estabilidad seguridad y paz, y que era la condición para el progreso junto a una política soberana y de amplias relaciones internacionales.

Con su estrategia de “cambio de régimen”, como le llaman a sus planes golpistas en el mundo, los imperialistas yanquis pretendían derrocar al gobierno sandinista, destruir al FSLN como fuerza revolucionaria, arrebatarle los derechos del pueblo e instalar de nuevo a las fuerzas oligárquicas vendepatrias para que respondan a sus intereses imperiales, y convertir a Nicaragua en una neocolonia.

Estrategia golpista que vino tejiendo el imperialismo yanqui en Nicaragua entre el 2007 y 2018 a través de distintos mecanismos de agresión política, guerra mediática y financiamiento millonario a distintas fuerzas derechistas, principalmente ONG’S, medios de comunicación, empresarios, partidos políticos y la cúpula de la Iglesia Católica; todos jugando el papel de oposición destructiva, deslegitimadora y descalificadora de la gestión sandinista y de su liderazgo.

Pese al esfuerzo de tener relaciones normales con Estados Unidos, éstos siempre mantuvieron distintos mecanismos de agresión. Y, pese al esquema de consenso con los empresarios y de relaciones de respeto con la Iglesia Católica, de condiciones políticas y jurídica para el accionar de los ONG’S y los partidos políticos, todos ellos fueron actuando cada vez con más fuerza e intensidad para buscar el derrocamiento del gobierno sandinista.

El intento golpista lo desencadenaron en el 2018, sobre todo, después de diez años de crecimiento económico- social y porque en los dos últimos años el FSLN había logrado sendos triunfos electorales: en el 2016 el FSLN, encabezado por el comandante Daniel Ortega, había ganado las elecciones nacionales con más del 70% de los votos. Y en las elecciones municipales del 2017, ganó en el 90% de las alcaldías del país.

Por eso, en los primeros meses del 2018 comenzaron a usar más intensamente los medios de comunicación y las redes sociales de manera confrontativa y manipuladora, inventando y sobredimensionando hechos para culpar y desacreditar al gobierno sandinista. Tal fue el caso del incendio de la Reserva Indio Maíz, luego manipularon el tema del Seguro Social y el invento de la muerte de un joven universitario por la Policía Nacional, todo esto en condiciones de uso intenso, mentiroso y manipulador de las redes sociales y la activación de grupos golpistas preparados de antemano para generar violencia y destrucción.

Así se inició el plan golpista: combinando terrorismo destructivo y criminal y guerra psicológica, generadora de manipulación, odio y miedo, usando mentiras descomunales, las famosas fake news que –igualmente- servían para movilizar al sector manipulado y para atacar al gobierno, pidiendo su derrocamiento.

2-  Frente a la violencia terrorista, el diálogo y la paz

Desde el primer momento que se desató el plan golpista, el Presidente de la República Daniel Ortega llamó al diálogo a todos los sectores del país para atender, en primer lugar, el tema del Seguro Social, así como otros temas que pudieran resolverse. Sin embargo, a los golpistas no le interesaba el Seguro Social ni ningún otro tema.

Fue casi un mes después de iniciado el intento de golpe que se instaló el diálogo bajo las condiciones puestas por los ejecutores del plan, personajes políticos que todos estos años venían actuando en la vida política nacional financiado por los Estados Unidos, incluido falsos jóvenes universitarios que eran la camada preparada en Nicaragua para actuar.

El gobierno sandinista aceptó las condiciones para iniciar el diálogo nacional y acercar la paz, principalmente aceptando a la Conferencia Episcopal como mediadora y testigo, más la presencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para contribuir a esclarecer los hechos sucedidos como resultado de la violencia golpista.

El llamado al diálogo nacional por el Presidente de la República el 19 de abril, se instaló hasta el 16 de mayo, tiempo que fue usado por los golpistas para generar muerte y destrucción; mientras, la Policía Nacional era víctima de ataques a unidades policiales en varias ciudades del país y sufría la muerte de compañeros.

En la instalación del diálogo, para contribuir a un clima de entendimiento, el comandante Ortega orientó a la Policía Nacional a replegarse a sus unidades. Y también informaba que en el país no había presos políticos, pues los que resultaron capturados en los hechos de violencia y caos, habían sido liberados. Incluso, pidió que le mostraran nombres de una supuesta lista de desaparecidos que estaba inventando la derecha en su discurso mediático.

Aunque se organizaron varias comisiones de trabajo para avanzar, el diálogo fue usado por los golpistas para ganar tiempo como táctica, con el fin de continuar escalando su plan, instalando cientos de tranques en varias partes del país para afectar la actividad económica, la libre movilidad de las personas y actuando como puntos de violencia y criminalidad.

Los delegados de los golpistas nunca aceptaron la petición del gobierno a que llamaran a desmontar los tranques, porque estaban afectando gravemente la vida, la economía y el trabajo de las personas. En esas condiciones y con el evidente sesgo o apoyo de la Conferencia Episcopal al plan golpista, fracasó este primer esfuerzo de diálogo nacional.

Un poco antes, el 7 de junio, se había reunido el Presidente de la República con la Conferencia Episcopal, donde prácticamente los obispos le pedían su renuncia y disolución de todos los Poderes Públicos, desenmascarándose como unos golpistas más y faltando a la confianza depositada en ellos como mediadores.

En fin, el esfuerzo de diálogo igualmente se truncó por la intransigencia   de los negociadores golpistas que cada vez pedían la rendición del gobierno, destitución de las legítimas autoridades del país y adelanto de las elecciones, sin tomar en cuenta que pretendían violar la Constitución y desconocer la voluntad del pueblo expresada en los dos recientes comicios. Y, sobre todo, porque nunca dieron pasos efectivos para desmontar los tranques de la muerte y de la destrucción.

3-   Derrota a los golpistas, victoria de la paz

A pesar de los esfuerzos de diálogo del gobierno sandinista, la oposición golpista continuó escalando el terrorismo, la muerte y la destrucción durante junio e inicios de julio. La afectación a la vida y el daño a la economía y el desempleo crecían. El pueblo comenzó a rechazar cada vez más a los golpistas, y pedía al gobierno desmontar los tranques, detener la violencia y volver a la tranquilidad.

La actuación responsable del gobierno permitió evitar el baño de sangre de miles de nicaragüenses que pretendían los golpistas. Y en momentos en que el pueblo exigía volver a la normalidad, el gobierno formó las Brigadas de la Paz conformada por Policías Voluntarios que, bajo la conducción de la Policía Nacional, comenzaron a desmontar los tranques.

Durante varias semanas se desarrolló una ofensiva por la paz y contra la violencia tranquista. Poco a poco pueblos, ciudades, puntos claves de carreteras y de sitios controlados por los golpistas, comenzaron a liberarse. El pueblo empezó de nuevo a trabajar, a sus actividades económicas, al estudio, a la alegría de vivir en paz y en tranquilidad. No olvidamos la frase de una niña en Masaya, tras liberarse la ciudad, cuando iba pasando la Policía Nacional exclamó: “hay van mis favoritos, los azulitos”, refiriéndose al color del uniforme de la institución.

La inmensa mayoría del pueblo vivió con mucha alegría este momento de vuelta a la paz, fue una segunda liberación como la del 19 de julio de 1979, celebrada masivamente el 19 de julio del 2018, en ocasión del 39 aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, encabezada por el líder de la Revolución comandante Daniel Ortega.

4.  Recuperación y consolidación de la paz, la vuelta al progreso

Derrotado el plan golpista, se dieron pasos para la recuperación de la vida económico-social, cuyos daños ascendieron a casi 200 mil empleos perdidos y 30 mil millones de dólares en pérdidas económicas, equivalente a 2.5 veces el Producto Interno de Nicaragua.

La formación y trabajo de las Comisiones de Paz y Reconciliación en todo el territorio nacional, contribuyeron de manera significativa a restablecer el tejido social roto por la confrontación, el odio y el revanchismo generados por los golpistas, y a recuperar la convivencia y la solidaridad social.

La formación de la Comisión de la Verdad, Justicia y Paz por la Asamblea Nacional, funcionó   para   establecer de manera objetiva y justa los hechos sucedidos durante tres meses violentos que provocaron daños a la sociedad y a la vida humana. Fue creada “para conocer, analizar y esclarecer las muertes, los heridos, los encarcelados, las denuncias sobre los desaparecidos, incendios, actos de vandalismo, destrucciones materiales de bienes privados y públicos, incluyendo Patrimonio Nacional”.

Con los datos recopilados de distintas fuentes, incluidas la de familiares o cercanos a las víctimas, se llegó a establecer que los muertos causados por los golpistas fueron de 199 personas y no las centenas o miles inventadas por la narrativa mediática internacional, incluida la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que construyó un informe totalmente sesgado y mentiroso.

El informe de la Comisión de la Verdad es fundamental porque establece la verdad histórica, desmonta las falsedades de la derecha golpista y preserva en la memoria histórica las causas, hechos y efectos de este episodio triste y doloroso dirigido y financiado por imperialismo yanqui, que provocó un daño a la paz del pueblo.

Otra medida estratégica para consolidar la paz y reconciliación de nuestra sociedad, fue la aprobación por la Asamblea Nacional, el 8 de junio del 2019, de la Ley de Amnistía, cuyo artículo 1 establecía conceder “amplia amnistía a todas las personas que han participado en los sucesos acaecidos en todo el territorio nacional, a partir del 18 de abril del 2018 hasta la fecha de entrada en vigencia de la presente ley”, cubriendo ‘todos los delitos políticos y delitos comunes conexos”.

Además, se establecía el Principio de la No Repetición en el artículo 3. Es decir, que los que volvían a acciones por el cual se les ha perdonado, “pierden el beneficio de la amnistía, y van a ser juzgados y sancionados conforme la violación al ordenamiento jurídico del país”.

Algunos de los participantes en el episodio golpista del 2018 que continuaron en las andadas desestabilizadoras, de atentado a la paz y pidiendo intervenciones extranjeras, actuando como peón de la potencia imperial yanqui, fueron sancionados por incumplir el Principio de la No Repetición. Por eso, 222 fueron enviados en avión a Estados Unidos por pedido de sus amos del Norte.

Igualmente, los que continuaron atentando contra la paz y la soberanía de Nicaragua, perdieron el derecho a ser candidatos a cargos de elección popular, y de “comprobarse el delito de Traición a la Patria, pierden la nacionalidad nicaragüense”.

También se fortaleció la legislación que controla de manera soberana el financiamiento externo, sobre todo, con la Ley de Agentes Extranjeros, similar a la de Estados Unidos que tiene más de 90 años de existencia. Prohíbe el financiamiento extranjero a los partidos políticos y medios de comunicación. Con la nueva Ley de Organismos Sin Fines de Lucro, se establecen los límites de este financiamiento y solo puede ser aceptada si corresponde con los intereses y la estrategia de desarrollo del país.

Ese mismo año del 2018 nos azotaron dos violentos y destructivos huracanes, el Eta y el Iota, y luego la pandemia del Covid-19; pero, aun así, el país recuperó la paz y su senda de desarrollo y crecimiento económico sostenido, similar al de antes del intento golpista, reduciendo la pobreza y avanzando en los indicadores de Desarrollo Humano.

Como acuñamos los defensores de la paz y de la revolución en el 2018: No pudieron Ni Podrán con este pueblo valiente y digno, que aprende de sus luchas y de sus victorias. Parafraseando a Sandino, la soberanía de un pueblo no se discute, se defiende con todas las armas. Y seguiremos siempre adelante, Siempre Más Allá, cumpliéndole a nuestros Héroes y Mártires, a nuestros Héroes de la Paz.

(*) Cientista Social e Historiador. Profesor Titular UNAN Managua.

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