Afirmación de nuestra identidad cultural.
El huipil y las danzas folclóricas

El huipil y las danzas folclóricas

Emilio Zambrana (*)

Dignidad, orgullo, combatividad, fuerza de espíritu, nicaraguanidad, identidad, son nuestras premisas y estandartes de la historia y cultura de nuestra Nicaragua bendita y siempre libre, a la sazón de la gesta heroica de la Batalla de San Jacinto y de la Independencia de Centroamérica, en sus 196 aniversario la primera y 204 la segunda.

En este sentido y muy propio de nuestra identidad histórica y cultural, el huipil y nuestras danzas folclóricas conforman el acompañamiento del binomio de festividad y efemérides patrióticas. El pueblo nicaragüense, nuestra “Juventud Divino Tesoro” -como escribió el poeta universal Rubén Darío-, se empodera de esta gesta y en actividades emplean el Huipil y bailan al ritmo de nuestras danzas tradicionales, reforzando esa identidad que es sostenida con firmeza gracias a los Copresidentes Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Nada más patrióticamente emotivo es la prenda tradicional que representa la identidad cultural y el orgullo nacional del país, declarada como Patrimonio Inmaterial, Artístico y Cultural de la Nación el 8 de septiembre de 2023, cuando fue declarado también Día Nacional del Huipil. Este atavío se usa tanto en festividades y bailes tradicionales como en las labores diarias, y varía en colores y ornamentación, según cada región del país. Se compone típicamente de una blusa sencilla (o decorada con bordados) y una falda larga.

Huipil caribeño

En la Costa Caribe el huipil se convierte en un traje ritual y también simboliza la fertilidad y la producción. Las danzas de los pueblos miskitos y mayagnas se interpretan con huipiles sencillos, elaborados con elementos de la naturaleza, por ejemplo, las fibras del árbol de tuno. Confeccionan enaguas, chalecos, blusas, camisa y adornos para el cabello; no son de colores vistosos, sino sobrios (crema, amarillo, blanco hueso).

Bailan al son de la guitarra y tambores. Algunos tradicionalistas danzan descalzos o con zapatos. En las danzas rituales sobresalen las del Sikru Tara, Liwa Mairen y Usus Mairen. La palabra huipil, proviene del nahuatl huipilli, que significa vestido decorado, simbolizando las raíces y los valores culturales de Nicaragua. Es decir, es mucho más que una prenda; es un símbolo de identidad, historia y tradición para los pueblos indígenas.

Componentes y elementos del huipil para la mujer: consiste en una blusa de manta o popelina, a veces decorada con bordados, y una falda larga con vuelo. Se complementa con un pañuelo de pico en la cintura, trenzas y flores en el cabello, aretes y, opcionalmente, un rebozo o abanico.

Para el hombre: el traje incluye una cotona sencilla, un pantalón blanco y, a menudo, un sombrero de pita y caites (sandalias).

Inicialmente era confeccionada de manta cruda, su elaboración ha evolucionado para incluir materiales como popelina, dacron y seda, adaptándose a los procesos industriales. Los motivos y símbolos bordados en el huipil son muy importantes y varían entre las distintas comunidades indígenas, representando su identidad y cosmovisión.

En resumen, el huipil es una pieza textil de gran valor cultural y artístico, que ha perdurado a lo largo de los siglos como un elemento fundamental de la identidad de los pueblos indígenas de la región.

Los huipiles se clasifican por diseño regional y etnia, ocasión de uso (cotidiano o ceremonial), y técnica de tejidoo decoración (bordado, tejido a mano, crochet). Algunas clasificaciones también se basan en el motivo o figura que lleva el huipil, como los diseños de rombos de los mayas, los símbolos de herencia afro mestiza. Cada comunidad indígena y zona geográfica tiene sus propios estilos y diseños de huipiles.

Así nos encontramos con huipiles tejidos a manos Se usan diferentes técnicas como el telar para crear los patrones. Otros son bordados a mano, o a base de técnicas como el punto de cruz o crochet.

Antecedentes del vestuario tradicional en Nicaragua

La documentación en este aspecto de indumentaria y vestuario está recogida en dibujos y pinturas, inclusive en fotografías de la época. Las escenas de costumbrismos fueron descritas por viajeros, diplomáticos, historiadores y escritores como Efraín George Squier y el dibujante James McDonough en 1852.

El vestido del indio es sumamente sencillo. Para diario, la mujer lleva sólo enagua blanca o floreada, ceñida a la cintura, dejando el busto completamente en carnes o apenas cubierto por un pañuelo atado al cuello. En Masaya y algunas otras regiones, una pieza de tela o lienzo de manufactura doméstica, del mismísimo estilo o modelo usado con igual fin desde antes del descubrimiento, es lo que hace de enagua.

En un inicio elaborado de tela rústica, rígida, resistente, de manta. Esta blusa huipil se complementa con una enagua, o sea, una falda larga de vuelos, con un rebozo de color negro.

Tanto la blusa o huipil como la falda van enjaretados, debajo de la falda lleva un fustán blanco que no llega a sobresalir de la falda, la blusa es boca cuadrada y semi redonda, manga empopada. Otro detalle que lleva este huipil femenino es que usa alrededor de su cuello un rebozo negro de yarda y media de largo. De sus cabellos entrenzados prenden flores típicas: rosa india, ramalilas, jazmín del cabo, guirrique, reseda, sacuanjoche, albahaca, un corocito de monte y el famoso Sontol, que es un perfume natural.

Las danzas folclóricas nicaragüenses

Estas son una manifestación cultural que tiene como significado la identidad nacional, reflejando la rica mezcla de las culturas indígena, española y africana que dieron forma a la nación. Su importancia radica en que preservan el patrimonio cultural intangible del país, fortalecen el sentido de comunidad, transmiten valores, historias y mitos a través de generaciones, y son una expresión de alegría y festividad en celebraciones y fiestas patronales.

Los bailes folclóricos son la expresión danzaria más importante de la identidad nicaragüense, representando las costumbres y tradiciones únicas de sus diversas regiones, con un sincretismo cultural que refleja la fusión de las culturas indígenas, españolas y africanas, manifestándose en los ritmos, vestimentas y pasos de baile.

Cada baile cuenta una historia, una leyenda o representa un momento importante de la vida social y religiosa del pueblo nicaragüense. Transmiten la alegría, la religiosidad y la conexión con la naturaleza, como en el caso del Palo de Mayo, un baile de celebración de la vida y la fertilidad.

Preservación del legado: cada baile es un componente clave para mantener vivo el folclor, transmitiendo el patrimonio cultural de generación en generación para que no se pierda. Involucran a las familias enteras en su práctica, fortaleciendo el sentido de unidad y pertenencia dentro de cada región o comunidad. Permiten a las personas conocer y apreciar las diversas costumbres y la historia del país, enalteciendo la identidad nacional.

Danzas regionales

La Gigantona y El Güegüense o Macho Ratón son danzas propias de la región y representan la fusión indígena-española. El Palo de Mayo, con su ritmo enérgico y celebraciones alrededor de un árbol adornado, es la expresión cultural por excelencia de la costa caribeña. Las polcas y mazurcas son danzas que reflejan la herencia europea traída por colonos a las regiones montañosas. Agüizotes: Bailes de Masaya, que representan las leyendas de la mitología nicaragüense, como la Llorona o la Cegua.

La historia accidentada y marcada por cambios radicales en las costumbres del país, no permiten trazar una línea clara desde el punto de partida exacto de cuándo en Nicaragua se empezaron a conocer las expresiones danzarias.

Sin embargo, se puede decir que lo que conocemos hoy en día en el país es resultado de choque de culturas, pues las danzas traídas desde el viejo continente se combinaron con las tradiciones autóctonas, principalmente Chorotega y náhuatl; además, de los aportes de los ritmos africanos aportados por los esclavos.

De tal manera que nuestra linda y bendita Nicaragua recoge como legado el Huipil y las Danzas Folclóricas Tradicionales, y son los jóvenes los que, con su orgullo patrio, su identidad y su sentido de Patria, continúan nuestras tradiciones, al fragor de un país que vive en paz, en esperanza y amor, haciendo crecer nuestra historia e identidad, gracias al gobierno sandinista.

(*) Poeta, escritor y periodista.

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